14 julio 2014

David Beckham y su prole de Disney

El fútbol, que durante tanto tiempo sólo dejaba constancia de su épica y su lírica sobre el césped y en las secciones de deportes o en las publicaciones especializadas, ha inundado las alfombras rojas, las secciones de moda y estilos de vida y las páginas y los espacios de color rosa de la prensa y los programas del corazón.

En España, aún se recuerdan los terremotos que organizaba Lola Flores con Biosca, aquel defensa del Barça de ojos verdes, y después con Coque, un vallisoletano que agonizaba con el Atlético cada vez que Lola se encargaba de él. Pero aquello nunca dejó de tener un amoratado tono clandestino y un diseño de vestuario de lo más convencional. 

Lo de ahora es una especie de conjura en la que los futbolistas más vistosos y exhibicionistas se alían con mujeres llameantes y lo llenan todo, al alimón, de un glamur con frecuencia macarrilla, a veces almibarado, siempre a merced de los cronistas sociales, los publicistas y las marcas y las portadas de lujo.

Desde luego, el arquetipo es la pareja formada por el adorable David Beckham y su afilada, y más lista que el hambre, Victoria. Eso sigue siendo un tándem diseñado para arrasar en el que ambos ponen sin remilgos todas sus virtudes, encantos y talentos, incluida una prole completamente Disney. En el fútbol español causaron estragos. La Liga se llenó de pronto de jugadores que, fuera del trabajo, vestían de fucsia y se lo colgaban todo del cuello y de las orejas, se tatuaban hasta parecer butacones tapizados de cretona, y encontraban chicas radiantes.

Guti, el del flequillo camaleónico, y la alborotadora Arancha de Benito; el muy guapo Aitor Ocio y la reidora modelo Laura Sánchez; Malena Costa, esa monada que una vez tuvo la osadía de asegurar que se parecía a Kate Moss, y, sucesivamente, los fogosos Carles Puyol y Mario Suárez; la ex miss Elizabeth Reyes y el algo desgreñado, incluso en su propia boda, Sergio Sánchez… 

Y, por supuesto, Gerard Piqué, un niño enorme, y la diminuta y rompedora Shakira, con unas pintas desconcertantes cuando va de señora normal; el gran gladiador Sergio Ramos y Pilar Rubio, que parece un dibujo animado. Y, por encima de todos, Cristiano Ronaldo, el del torso broncíneo al aire y las calzonas de deporte arremangadas hasta las ingles, y esa monumental y muy oportuna Irina Shayk, pareja que siempre se las apaña para no dar la impresión de estar de veras enamorada. Todos son o fueron parte del rosa fuerte del fútbol.

Iker Casillas y Xabi Alonso practican, en cambio, un exhibicionismo que combina la apostura con un aura de formalidad y bonhomía. 

El guardameta fue un jovencito de aspecto candoroso y arrebatador perfil griego, aunque con el tiempo el candor se trocó en cierto aire de simpleza y la alopecia incipiente le descompensó el perfil, pero apareció en su vida la reportera Sara Carbonero, ese bellezón algo desorbitado, y llegó aquel beso que ya es leyenda romántica y futbolística, y el trasplante de pelo, y después un bebé precioso, y ahora, tan apacible y tierno y fiable, Iker es, según la última encuesta, el futbolista más deseado. Seguido por Xabi, esa hermosura masculina, tolosarra y pelirroja, con su resplandor seriote y familiar, carne de gigantescos anuncios de grandes almacenes, gracias también, sin duda, a su Nagore y sus niños.

Sólo falta que La Roja gane otra vez y que Iker se plante ante las cámaras besando a Sara y a su bebé. La hemorragia rosa sería de aúpa.

GERARD PIQUÉ "Ya no somos un equipo de niños. Llevamos la estrella en el escudo y las sensaciones son igual de buenas que en Sudáfrica. Tenemos un buen equipo y podemos aspirar a todo. Quizás, es verdad que los otros equipos ahora nos tienen más respeto"

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