10 octubre 2013

A Marilyn le encantaba el bisturí


La fuerza de sus curvas es histórica, un fenómeno natural aunque atormentado en el que nunca hubo sitio, en principio, para el bisturí. Ahora, unas cuantas pruebas médicas pertenecientes a Marilyn Monroe han acabado con el mito de su perfección sin retoque alguno, unos documentos que saldrán a subasta en Beverly Hills por un cuantioso puñado de dólares. 

De acuerdo a lo anunciado por la casa Julien’s Auctions, a principios de noviembre se podrán adquirir la serie de seis radiografías y los apuntes de uno de los mejores cirujanos plásticos de la época, Michael Gurdin, que atendió a la actriz californiana tras quejarse de una deformación en la barbilla. 

La conclusión de las distintas sesiones entre Monroe y Gurdin es que la leyenda rubia se hizo corregir ese problema en la barbilla y además encargó rayos X del pecho y la nariz. «Algunos que conocían el procedimiento han explicado que esto se hizo en asociación con una rinoplastia de la punta nasal», de acuerdo a las explicaciones de la casa de subastas. 


Los documentos, que podrían alcanzar un precio entre los 15.000 y los 30.000 dólares, vendrían a confirmar que Monroe sí optó por la cirugía estética en una época en la que esa clase de procedimientos eran mucho menos comunes e infinitamente menos publicitados. 

También hay constancia de un accidente que sufrió la actriz meses antes de que se suicidara con una sobredosis de barbitúricos en 1962, una caída nocturna que se saldó con una pequeña fractura facial, todo ello oculto bajo un alias «Joan Newman». Al final, otro de sus secretos ha visto la luz.

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