27 junio 2013

La reina del porno Sasha Grey ha escrito un libro


Antes de que empieces a leer este artículo, dejemos las cosas claras. Quiero que hagas tres cosas por mí. Uno: no te ofendas por nada de lo que leas a continuación. Dos: olvida tus inhibiciones. Tres (y muy importante): a partir de ahora, todo lo que voy a contarte debe quedar entre tú y yo. 
Ahora cambiemos «artículo» por «libro» y... voilá, acabamos de leer el primer párrafo de la última novela erótica dispuesta a derribar de su trono a las 50 sombras de Grey (Grijalbo) y, de paso, hemos dado el primer paso para entrar en La sociedad Juliette (también Grijalbo), la obra que la ex actriz porno Sasha Grey (casualidades de la vida... en realidad se llama Marina Ann Hantzis) acaba de publicar en España y que se editará en más de 20 países. 

Es su primera novela, pero ya se pergeña que será un bombazo porque todo lo que firma esta joven escritora con su nombre se convierte en oro. Y, si no, hagan la prueba: pongan Sasha Grey en Google y verán la friolera de 33.400.000 resultados, muy por delante de Jesucristo (16.900.000) y Miguel de Cervantes (5.840.000). 
Y es que esta chica arrasa por donde va, y eso que ahora que ha dejado la pornografía (como actriz, no como consumidora) luce por la vida un look casi aniñado de mujer estadounidense joven y sana, guionista, DJ, musa del cine independiente, defensora de los derechos de los animales (a la estela de Brigitte Bardot) y ahora escritora. 


Pero Sasha es una profesional del cine para adultos y eso se nota en las páginas que ha escrito, duras, explícitas y satíricas, a años luz del ñoñerío de Anastasia Steele, la novia de Christian Grey y sus 50 sombras. Hay experiencia personal y mucha carne propia en el asador de frases como: «Me froto, meneo el culo, primero con suavidad y luego con fuerza contra su entrepierna. Luego me dejo caer un poco sobre...».
E.L. James era una madre de familia, ama de casa y ejecutiva de televisión y Sasha Grey es una joven explosiva de 25 años que, en los tres años que estuvo en el mundo del cine para adultos (de los 18 a los 21) protagonizó más de 200 películas. Y eso, definitivamente, se nota. 

En el encuentro que mantuvo ayer con la prensa en Madrid, Grey dejó patente que en su novela ha volcado su propia experiencia. La protagonista de La sociedad Juliette, Catherine, es una estudiante de cine desatendida por su novio, con muchas fantasías sexuales y una compañera de clase le permite desarrollarlas y llevar al límite su instinto erótico entrando en un club muy particular. 


Lo explica en el primer capítulo: «Este club se reúne, de forma irregular, en lugares secretos. (...) Y en estas reuniones, esas personas (...) los Ejecutivos, los jodedores profesionales, han descubierto cómo tener todo el sexo que quieren, hacer realidad sus fantasías más salvajes y depravadas, sin que salte el escándalo». 
Con ese punto de partida, Grey plantea la historia de Catherine y cómo ella vive esta experiencia de una forma más satírica y humorística que la literatura erótica convencional, con un estilo despojado de artificios y directo (está escrito en presente y en primera persona). «Hoy la literatura erótica es más romántica y falta sátira y humor», explica la autora. 

Quienes quieran ver en Catherine un trasunto de Sasha no andan desencaminados. «Catherine está basada en parte en mí misma cuando yo tenía 17 o 18 años y en mi primera relación con el cine –asegura Grey–. Si ella no hubiera sido estudiante de cine no hubiera conocido a Anna... Introducir todas las referencias al cine ha sido necesario para alimentar las fantasías de Catherine». 


Con el cine como excusa y punto de partida es inevitable pensar que el círculo pudiera cerrarse en el cine también. ¿Protagonizaría la versión cinematográfica de su propia novela? «No», responde Grey sin dudarlo un segundo, con el mismo monosílabo y la misma rotundidad con la que contesta es si volvería al porno por un cheque en blanco. 
No. Para el papel de Catherine, la autora tiene una actriz favorita: Mia Wasikowska (Stoker, Alicia en el País de las Maravillas), aunque reconoce que pensó en Catherine como alguien «étnicamente ambigua. Es una mujer joven con estudios. Quería que las mujeres que la leyeran pudieran ponerse en su situación sin ningún tipo de limitación ni de raza». 


«He hecho de todo o al menos así me siento –comienza la rueda de prensa con una sonrisa, consciente de que la inmensa mayoría de los hombres presentes en la sala, y puede que algunas mujeres, han tenido sueños húmedos con ella–. Empecé haciendo películas porno, he escrito guiones desde los 16 años, he sido DJ y fotógrafa ocasional y, al escribir La sociedad Juliette, quería un nuevo reto. He leído mucha literatura erótica contemporánea, pero que no estaba escrita para mi generación así que quería escribir algo que se sintiera real en los encuentros sexuales». 

Sasha Grey ha dejado la pornografía pero no se ha apeado de la interpretación y ahora se destaca como la nueva musa del cine indie. Ha trabajado con Steven Soderbergh en The Girldfriend Experience, ha protagonizado la serie El séquito y ha rodado con Nacho Vigalondo Open Windows. «Nacho está loco –dice mientras el aludido suelta una carcajada desde el fondo–. Pero me ha encantado trabajar con él porque tiene una gran visión de los personajes». 


Para el que piense que el cine porno debería ser la última alternativa para una joven con tanta belleza y talento, sepa que Sasha fue muy dueña y consciente de una decisión de la que no se arrepiente. «Entré en el porno porque yo tenía fantasías que me habían dicho que eran para gente perversa, sin embargo, quería demostrar que una joven puede ser consciente de sus deseos y llevarlos a cabo». «Quería cuestionar el modo en que se hacían las cosas, utilizando mi cuerpo como medio para expresarme artísticamente y para aprender sobre otras personas y animar a otros a no sentirse avergonzados de su sexualidad ni a tener miedo de ella». 

Leer literatura erótica puede ser un camino para vencer prejuicios, cree la actriz y escritora, que confiesa haber seguido «la línea satírica del Marqués de Sade». «La literatura te da más margen para tratar la psicología del personaje», dice. 


Pero, psicologías y personajes aparte, lo que el personal quiere saber es si Sasha ve pornografía («Sigo siendo consumidora. Ahora me centro en el porno gay y las películas japonesas»), cuáles son sus fantasías sexuales («Algunas están en el libro...»), qué es más difícil: ser una pornostar o escribir («Escribir requiere más esfuerzo y dedicación») y si ha practicado todo lo que cuenta en su novela («No, muchas de esas cosas las escuché en conversaciones con otras personas»). 


Grey dice no conocer de primera mano un club como el que describe en su libro, pero fantasea con la idea de que pueda existir en realidad en sociedades tan reprimidas sexualmente como las que vivimos: «Creo que EEUU es uno de los peores casos, no hay duda». Y punto final. 
La autora se marcha dejando, como empezó, tres cosas claras: ha puesto a todos la miel en los labios, Catherine tendrá en la mente de muchos lectores la cara de Sasha Grey y hoy ha enseñado a sus fans la mejor parte de su anatomía: su cerebro.

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