Adiós Miliki

Don Pepito llamó a Don José. Como cada día en las últimas décadas. 

- Hola Don Pepito. 

-- Hola Don José. 

Pero también llamaron a Susanita y su ratón y a la Gallina Turuleca. Todos fueron de paseo, pi pi pi, en su coche nuevo, pi, pi, pi, para despedir a Miliki. Ayer no había otra respuesta. «¿Cómo están ustedes?» Tristes. El último payaso de la tele dijo adiós. El padre que llevó estas canciones a varias generaciones de niños falleció la noche del sábado al domingo, a los 83 años de edad, en la clínica madrileña Ruber Internacional. Una neumonía, que se complicó en los últimos días, se lo llevó. El mundo del circo y del humor enjuaga las lágrimas con sonrisas. Gaby, Fofó y Miliki siempre serán los payasos de la tele. 

Generaciones de niños comían su bocadillo de la merienda cantando delante del televisor. Él preguntaba y todos contestaban gritando fuerte: «¡Biiien»!». Miliki, junto a sus hermanos Gaby y Fofó -ya fallecidos- llevaron la magia del circo y la risa a millones de hogares. Era 1973. Miliki, patriarca de la familia Aragón, dignificó el calificativo. «Payaso era un insulto peyorativo en España. Él, junto a sus hermanos, dotó a la palabra de categoría humana y profesional», recordaba ayer Juan y Medio en el tanatorio de La Paz, en la localidad madrileña de Tres Cantos, donde se instaló la capilla ardiente. El funeral y el entierro tendrán lugar hoy, en la más estricta intimidad por deseo de la familia. 

Miliki, Gaby y Fofó comenzaron su carrera en 1939, para emigrar a Cuba ocho años después. A uno y otro lado del charco lograron fama y éxito. Viajaron por Latinoamérica, Estados Unidos y Canadá. En 1973 regresaron a España para grabar Había una vez un circo. Un punto de inflexión en su vida. 

«Había una vez un circo es uno de los hitos de nuestra historia audiovisual y un símbolo de cómo, a través del arte de entretener y hacer reír a varias generaciones de españoles, también contribuyó a hacernos mejores ciudadanos», señaló ayer Mariano Rajoy en un telegrama de pésame enviado a la familia. Los reyes de España también enviaron un telegrama de condolencia, en el que reconocían su «excepcional carrera artística» y «toda una vida dedicada a hacer reír a los demás, con la maestría de la saga familiar». 

Tras su éxito con los payasos de la tele, en los años 90 presentó junto a su hija Rita varios programas vespertinos para niños. En los últimos años, Miliki permanecía alejado de la escena pública. Sólo aparecía con motivo de algún homenaje. Uno de sus últimos trabajos fue, precisamente, junto a su hijo Emilio Aragón, en 2010 en la ópera prima de éste: Pájaros de papel. «Mi padre dedicó toda su vida a sus dos grandes pasiones: el trabajo y la familia. Y en las dos triunfó. Su legado quedará por generaciones», expresó ayer Emilio Aragón en nombre de toda su familia. Su mujer Rita, sus cuatro hijos Rita, Pilar, Emilio y Amparo, sus nietos y bisnietos permanecieron hasta ayer por la noche en el tanatorio agradeciendo las muestras de cariño de los amigos y familiares que se acercaron a dar el último adiós a Miliki. 

Fernando Chinarro, que compartió más de una década de trabajo con Miliki, Belén Rueda -muy afectada-, José María García, Imanol Arias, Francis Lorenzo, Ramón García, Mariló Montero o los humoristas Josema Yuste, Juan y Medio y Florentino Fernández, entre otros, mostraron sus condolencias a la familia. «Hay niños y menos niños que pueden contar lo felices que han sido gracias a Emilio y a su familia», apuntó García. «Toda una generación de niños fuimos felices con él», recordó Arias. «Fue uno de los pioneros de la televisión para los niños», dijo Lorenzo. 

Chinarro compartió 13 años de trabajo con Miliki. Era el señor Chinarro, objeto de las bromas de Gaby Fofó y Miliki y Fofito. «Yo soy un poco más joven que él. En lugar de irnos a la cama, solía ir a tomar una copa con Milikito y Rodri. Le decíamos que íbamos a dormir e íbamos de fiesta», recordó emocionado. 

Miliki deja un legado transmitido de generación en generación durante más de cuatro décadas. Don Pepito y Don José quedan huérfanos.