Caída de ojos, posturitas y discurso aparentemente maduro, aunque en su carné brillan flamantes las 18 primaveras que acaba de cumplir esta milanesa de fieros rasgos que sueña, por qué no, en convertirse algún día en piloto de Fórmula 1. En Montmeló, hasta que la carrera comenzó ayer a mediodía, con Alonso luciendo mejoras en el Ferrari, la prensa italiana perseguía a esta debutante de la GP3, una de las categorías inferiores del automovilismo. Ha sido una de las tres chicas que este fin de semana han participado por primera vez en una carrera de esta división.
Junto a ella, la británica Alice Powell y la española Carmen Jordá han debutado. Precisamente, con esta última comparte su vertiente de modelo. Ambas guapas, queridas por la cámara, han hecho sus pinitos en revistas y pasarelas. La transalpina incluso fue la protagonista de un calendario el pasado año. Sabe posar y moverse ante los flashes. Su manager, Maurizio Salvadori, conoce bastante bien el mundo del espectáculo, tras haber representado a los cantantes Eros Ramazzotti y Jovanotti.
Alice |
Ella reconoce que mediáticamente le favorece su condición de maniquí, pero quiere que, a partir de ahora, destaque por sus tiempos en la pista. «Los chicos me respetan, incluso más de uno me ha dicho que tengo muchas pelotas», afirma deslenguada, suelta ante la prensa, con las intenciones muy claras, por lo menos al volante. Aunque no ha brillado en el circuito catalán, su aparición le ha hecho ganar foco, tras haber ido progresando desde el karting, donde arrancó con apenas ocho años.
Carmen |
Cuenta entre risas que hace unas semanas estuvo a punto de suspender el carné de conducir, a pesar de llevar años pilotando todo tipo de máquinas. No fue por ir demasiado despacio, como cuenta la leyenda urbana de Fernando Alonso, sino por dar alegría al acelerador. Voló con peligro por un par de cruces, pero contó con la condescendencia del examinador, según revela entre coquetas carcajadas.
La chica, de madre inglesa y padre italiano, creció en Perugia pero ahora vive en Roma, donde se entrena junto al piloto de Moto2 Simone Corsi. Vittoria, Vicky en el paddock, asume que le falta todavía experiencia, pero que se ve con opciones para avanzar en los circuitos. ¿Será ella la mujer que se vista al fin de Fórmula 1, el sueño prohibido por Ecclestone? Ubicada en la parrilla de esa carrera ya se encuentra, a falta de seguir acumulando méritos.
El patrón del show de los monoplazas lleva años esperando la irrupción de una mirada como la de Piria, siempre que aúne atractivo y calidad en la conducción. «A los chicos sé que les fastidia que les adelante», cuenta, al mismo tiempo que asegura que en Montmeló a Jenson Button y Alonso no les ha pedido autógrafos: «Mejor que me den buenos consejos». Loca por los coches desde niña, ella prefería el asfalto a otro tipo de entretenimientos y en la tele, antes que dibujos animados, carreras. Lo que más rabia le da es que no pudo disfrutar del que se convirtió después en su gran ídolo, el brasileño Ayrton Senna, fallecido en 1994.
«Ojalá dieran más oportunidades a las mujeres, pero no sólo por nuestro rostro, sino porque seamos buenas», cuenta, mientras pone la mejor de sus sonrisas a la enésima foto del día.
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