Tres años. Hoy se cumplen tres años exactos de aquella fatídica madrugada del 6 de abril de 2009, cuando a las 3.32 horas un terremoto devastó la localidad italiana de L'Aquila dejando a su paso 309 muertos, más de 1.600 heridos, graves deterioros en el patrimonio artístico y daños por valor de 10.000 millones de euros.
Sin embargo, parece que el tiempo se hubiera detenido en L'Aquila y que el seísmo hubiera tenido lugar ayer: al fin y al cabo, el 95% de los escombros producidos al derrumbarse numerosos edificios aún sigue ahí, tirado por el suelo.
Aún hay más de 12.000 personas alojadas en viviendas provisionales cuya construcción se ha pagado al estratosférico precio de 2.700 euros por metro cuadrado. Todavía quedan 314 vecinos instalados en hoteles. Ascienden a 10.000 las personas que han perdido su casa y se han buscado ellas mismas alojamiento gracias a una ayuda del Estado que asciende a 100.000 euros ¡al día!
Se calcula que alrededor de mil aquilanos aún no han regresado a la localidad. Se cuentan por millares las empresas y las actividades comerciales que aún permanecen cerradas. No hay un solo barrio en el centro histórico que se haya restaurado, no hay un solo edificio antiguo que se haya reparado, no hay una sola iglesia cuya restauración haya sido completada. Y el caso es que nadie sabe a ciencia cierta a cuánto asciende la inmensa suma de dinero que ya se ha gastado en la presunta restauración de L' Aquila, aunque algunos se atreven a lanzar una cifras: al menos 6.800 millones de euros.
Hasta el ministro de Educación, Francesco Profumo, se veía obligado a admitir hace unos días durante una visita a la ciudad que «aunque inicialmente hubo una intervención eficaz, posteriormente se paró todo». El alcalde de L'Aquila, Massimo Cialente, calcula que serán necesarios entre 10 y 15 años para que se complete la rehabilitación del centro histórico de la ciudad. Un cómputo que a muchos les parece excesivamente optimista visto que en Umbria, donde en 1997 se registró otro seísmo bastante menos grave, ya han pasado 15 años y la recuperación de los edificios dañados aún no llega ni a la mitad.
Las numerosas proclamas del ex primer ministro Silvio Berlusconi prometiendo a los habitantes de L'Aquila una reconstrucción rápida y ejemplar de la ciudad hoy parecen una broma macabra. Il Cavaliere visitó nada menos que 31 veces la localidad antes de verse obligado a dimitir en noviembre pasado, y arrastró hasta ella a personalidades de la política internacional como Barack Obama o Angela Merkel. Pero sus palabras han quedado en papel mojado. L'Aquila sigue mortalmente herida, con numerosas de sus calles cortadas, edificios apuntalados por doquier, andamios aquí y allá, iglesias gravemente dañadas y alrededor de tres millones y 800 toneladas de escombros sin recoger, según los cálculos de la Estructura para la gestión de la Emergencia.
«Prometieron que en poco tiempo todo volvería a estar como antes, pero no ha sido así», asegura uno de los jubilados que suelen reunirse cada mañana en la plaza central de L'Aquila, a los pies de la golpeada catedral, para disfrutar del calor del sol. Mientras tanto, los turistas inmortalizan con sus cámaras los cascotes que se ven por todos lados.
«Toma el centro histórico de una ciudad. Quita las personas que viven allí, que entran en las tiendas, que trabajan en las oficinas, que hacen a diario la compra en los puestos del mercado. Quita los comercios, las oficinas, los bancos... Quita y quedará el vacío. Eso es L'Aquila», aseguran en la asociación cultural Animammersa, nacida justo después del terremoto para preservar la identidad cultural de esta localidad. «Uno de los resultados más visibles de esta sustracción es que ha producido la monotonía cromática: el gris impera en L' Aquila. No hay vida, no hay colores. En este centro histórico no hay nada».
Lo que sí que hay, en contraposición, es una maraña normativa de leyes, ordenanzas, decretos y reglamentos emitidos a raíz del terremoto y que aún están asfixiando más a L'Aquila. Se calcula que en total las normas ascenderían a algo más de 800, incluidas las 606 aprobadas por el Ayuntamiento de la localidad.
«Tres años después del terremoto que ha destruido L'Aquila, nos quedan tres cosas: escombros, promesas incumplidas y las 60 denuncias de las asociaciones y los ciudadanos», se quejan los activistas del Comité 3.32, así bautizado en recuerdo de la hora exacta del 6 de abril de 2009 en que el suelo tembló en L'Aquila.
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