05 abril 2012

Monique van der Vorst,nunca fue realmente inválida.


La de Monique van der Vorst era una de esas vidas absolutamente excepcionales, construidas a base de tesón y de mucha ansia de superación. Por eso, cuando esta atleta incapaz de caminar comenzó a sumar medallas y medallas en los Juegos Paralímpicos de Pekín y en otras muchas competiciones para discapacitados con su handbike, una bicicleta impulsada con las manos, muchos se rindieron a sus pies. 

Y también por eso, media humanidad exultó de júbilo cuando hace unos meses la joven holandesa anunció que, después de 13 años postrada en una silla de ruedas, había logrado volver a caminar. «¡¡¡Puedo andar!!!», proclamaba en noviembre de 2010 en su página web. Cinco meses después, en marzo de 2011, llegaba a correr (¡correr!) los cuatro kilómetros de un maratón en Roma. 


«Milagro», exclamaron muchos, empezando por los médicos, que no conseguían explicarse la repentina curación de la joven. Sin embargo, detrás del inexplicable restablecimiento de Monique parece que no había ningún prodigio, sino sólo mentiras. Varios atletas, ex entrenadores suyos y hasta algunos vecinos del barrio aseguran que vieron a la joven caminar por su propio pie antes de anunciar al mundo su portentoso «milagro». 

Hay quienes aseguran que fueron testigos de cómo, una vez concluida la gala celebrada en 2009 en la que Monique fue galardonada como «mejor deportista discapacitada del año» en Holanda, ella solita metió en el maletero de un coche su silla de ruedas, se acerco caminando hasta la puerta y sin ayuda de nadie se sentó en el automóvil. 


«No he mentido, es que me he expresado mal», argumentaba Monique van der Vorst a los medios de comunicación holandeses. «Yo no tenía un problema en la pierna, sino en la cabeza. El médico que se ocupa de mi rehabilitación me dijo que era como un coche que, aunque no tenía el motor roto, no sabía cómo volver a funcionar». En otras palabras: los daños que la atleta sufrió durante la intervenión médica a la que se sometió con 13 años eran sólo mentales y no físicos, por lo que ya antes de su milagrosa curación era capaz de caminar. 

Pero empecemos por el principio. Monique era una cría de 13 años cuando, al someterse a una operación rutinaria en el tobillo, sufrió parálisis en la pierna izquierda y varios problemas en la rodilla derecha que la dejaron postrada en una silla de ruedas. Y eso no es todo: poco antes de los Juegos Paralímpicos de Pekín, la atropelló un coche. Aun así, logró recuperarse a tiempo y llevarse dos medallas de plata. 


Dos años después de aquello, mientras en marzo de 2010 corría a lomos de su handbike en Mallorca, chocó contra otra bicicleta. Pero, supuestamente, fue un encontronazo providencial. Porque, a partir de ahí, Monique asegura que comenzó a sentir un cosquilleo en las piernas. «Era más bien como un hormigueo», asegura. «Después de meses de rehabilitación, conseguí volver a caminar». 


La presunta milagrosa curación convirtió a Monique en una gran estrella. Hasta el punto de firmar un contrato como ciclista profesional con el equipo femenino holandés Rabobank y de escribir un libro autobiográfico bajo el título I walk (Yo camino) que está previsto que salga a la venta en un mes y donde, al parecer, cuenta con detalle la increíble historia de su vida. Realmente increíble.


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