Eli Wallach entró en el parnaso cinéfilo encarnando a Tuco
Benedico, el feo de El bueno, el feo y el malo (1966). Pero antes de recrear a
aquel simpático forajido de la última entrega de la Trilogía del dólar, del
gran Sergio Leone, este veterano actor de reparto fallecido hace unos días ya había
demostrado todo lo bueno que era a las órdenes de Elia Kazan, John Huston o
Richard Brooks.
Sólo fueron tres de los destacados realizadores del Hollywood
de su tiempo para los que interpretó con notable acierto a villanos,
supervivientes y toda suerte de desdichados.
Distinguido con un Oscar
honorífico en 2010 por el conjunto de su filmografía, ésta es tan extensa que
nadie diría que Wallach llegó al cine con 40 años. Aun así tuvo tiempo de
intervenir en casi 170 títulos sin desatender nunca a su primera vocación: el
teatro.
Nacido en Nueva York en 1915, en sus comienzos, el futuro
actor se interesó por la docencia. Pero la interpretación se cruzó en su camino
y abandonó los estudios para ingresar en la Neighborhood Playhouse.
En esta
compañía, interpretando a Tennessee Williams, llamó la atención del mismísimo
Elia Kazan –junto con Richard Brooks el gran director de Williams–, quien en
1948 lo invitó a perfeccionar su técnica en el legendario Actor’s Studio.
De
aquella academia neoyorquina salieron algunos de los intérpretes que, con sus
recreaciones psicológicas de los personajes –el célebre Método de
Stanislavski–, revolucionaron las dos pantallas en los años venideros. Wallach,
tras seguir interpretando a Williams en los escenarios y en los espacios
dramáticos televisivos, lo hizo por primera vez en el cine en Baby Doll.
Dirigida por Kazan en el año 56, es una de las cintas canónicas del Actor’s
Studio.
Con tan brillante debut, no le faltaron personajes de
enjundia desde el comienzo de su carrera. Para Don Siegel protagonizó The Lineup
(1958) y para John Huston fue el Guido de Vidas rebeldes (1960), uno de los
grandes perdedores de Wallach.
Su primer malote en un western se lo brindó unos
meses antes John Sturges al confiarle el Calvera de Los siete magníficos
(1960). Se abrió así la impagable galería de villanos, entre cínicos,
despiadados y socarrones, que legó a tan entrañable género.
El Charlie Gant de
La conquista del Oeste (J. Ford, H. Hathaway, G. Marshall, 1962) fue otro de
sus mejores ejemplos.
Favorito del público, pocos fueron tan buenos como Wallach
para recrear a los grandes mezquinos. Sin olvidar nunca sus trabajos en
Hollywood, en películas del calibre de Lord Jim (Richard Brooks, 1965) o Cómo
robar un millón y... (William Wyler, 1966), tras el éxito internacional de El bueno,
el feo y el malo fue una presencia frecuente en el spaghetti western. ¡Viva la
muerte... tuya! (Duccio Tessari, 1971) sobresale entre aquellas antiguas
glorias de la sesión continua en programa doble.
Dotado igualmente para la creación de sombríos mafiosos, el
actor dio vida al Don Altobello de la tercera entrega de El Padrino (Francis
Ford Coppola, 1990). Fernando Trueba, para quien fue el Sheldon de Two Much
(1995), le devolvió la socarronería de otros tiempos.
Casado desde 1948 con la
actriz Anne Jackson, aunque apenas coincidió con ella en los rodajes, sí lo
hizo con frecuencia en los escenarios, donde solían trabajar juntos.
Clint
Eastwood, su antiguo compañero junto a Leone, lo incorporó al reparto de Mystic
River (2003). Sendas colaboraciones, con Roman Polanski en El escritor (2010) y
Oliver Stone en Wall Street 2 (ambas de 2010), cerraron su filmografía.
Eli Wallach, actor, nació el 7 de diciembre de 1915 en Nueva
York y murió en la misma ciudad el 24 de junio de 2014.
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