08 marzo 2013

Shahla Zoland el escándalo de Afganistán



No enseña «ni las piernas ni las tetas», como dice ella misma, pero es un escándalo cada vez que sale en la televisión en Afganistán. Y, además, lo hace cada semana. Participa como jurado en el programa Estrella afgana, de la cadena privada Tolo TV, que vendría a ser como un Operación Triunfo pero a la afgana.

La cantante Shahla Zoland es la pionera del destape en Afganistán, porque es la primera mujer afgana que se atreve a salir en la pequeña pantalla sin cubrirse la cabeza con un pañuelo. Ya en otros programas, sobre todo culebrones indios y turcos que tienen gran tirón en Afganistán, habían aparecido mujeres con la melena al viento. Pero a ojos de los afganos, una cosa es que lo haga una «infiel» de otros países, y otra, una afgana que se declara musulmana.

«Este trozo de tela no me hace ni mejor ni peor persona», afirma Shahla con desprecio en referencia al velo islámico, y sin entender absolutamente nada. Ha vivido siempre en el exilio. Se fue de Afganistán en la década de los 70 cuando tenía ocho años, y se ha criado y ha crecido en Estados Unidos. Su padre, Ustad Zoland, era un mito de la canción afgana, una de las voces más reconocidas del país. Su madre también fue una cantante magnífica, y sus hermanos, su hermana y ella misma siguieron la misma senda en la familia. YouTube está lleno de vídeos de Shahla, en los que canta como los ángeles y luce, no ya melena, sino las piernas, los brazos e incluso un escote pronunciado que le marca su pecho. A pesar de ello, la cantante siempre fue una persona muy querida en Afganistán. «¿Qué ha cambiado desde entonces y ahora? ¡Yo soy la misma!», se queja.

Shahla regresó a Afganistán hace cinco meses para participar en el programa televisivo. «Mi hermana me decía que no volviera, que me matarían», recuerda. Pero no la creyó y regresó. Desde entonces, explica, en su Facebook le dicen de todo, menos guapa. Vive confinada en una pequeña habitación en Kabul con vigilancia armada, y tiene que ir con mil ojos porque está bajo constante amenaza.


Por la calle, admite, lleva el velo para no llamar la atención. Pero en la televisión, no. «¡Porque no me da la gana!», replica, y lo argumenta mostrando un vídeo de Afganistán de los años 50 en el que aparecen su padre y su tía cantando en la televisión, y en el que ella no lleva velo en la cabeza e incluso va en manga corta. «Si mi tía iba así, ¿por qué no puedo ir yo?», se pregunta la cantante.

Sin duda, Afganistán en vez de ir para adelante, ha dado pasos de cangrejo después de tantos años de guerra. La gente se aferró a la religión como único consuelo para tanto sufrimiento, y cada vez se volvió más conservadora y cerrada.

Shahla volvió a Afganistán con la esperanza de abrir mentes y traer aire fresco. Ahora dice que se siente como «una mujer en medio de una jungla», y concluye: «Los burros, burros son».

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LO DICHO Y HECHO

«No llevo velo porque no me da la gana. Ese trozo de tela no me hace ni mejor ni peor»

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