21 febrero 2013

La venganza del ex marido de Mariah Carey



De protegida a secuestrada, aunque sea en sentido metafórico. Así se sintió Mariah Carey junto a Tommy Mottola, su descubridor y marido de 1991 a 1998. El todopoderoso productor (Jennifer López, Diana Ross, Carly Simon...) está a punto de publicar sus controvertidas memorias: Hitmaker, un libro en el que narra entre otras cosas su obsesión por la cantante. Al poco de que se la presentaran ya tenía charlas con su psicoanalista diciendo que la iba a convertir en una «estrella tan grande como Michael Jackson».

Ambos se conocieron en 1987 en una gala en la que una principiante Carey quiso mezclarse con la flor y nata del showbusiness. Según cuenta en su libro Mottola, empezó a gritar de la emoción en el coche tras escuchar los dos primeros temas de su maqueta de vuelta a casa tras la fiesta. Carey estaba a punto de firmar con Warner un contrato de 30.000 dólares. Pero él subió la oferta hasta los 80.000 dólares por esa casi desconocida y comenzó a fraguar su plan sin descanso.

En Hitmaker, Mottola dice que ella estaba encantada: «Empezó a flirtear conmigo desde el primer momento en que fijé la vista en ella». Quizás esos tejos sirvieron para que el productor invirtiera casi dos millones de dólares en construir la figura pública de la cantante. No sólo quería amarrarla profesionalmente sino también sentimentalmente.

A pesar de que Mariah Carey, el álbum con el que debutó la estrella, tuvo una recepción fría, acabó vendiendo 15 millones de copias, empujado por un videoclip (Visions of love) por el que su descubridor pagó más de medio millón de dólares.


Cuando su protegida alcanzó el estrellato en forma de varios Grammy, pudo regresar a su psicoanalista con la cabeza muy alta y echarle en cara las conversaciones sobre la joven cuando no era nadie. «Ahora solo puedo imaginar la cara de mi terapeuta cuando Mariah le dio gracias a Dios tras recibir su primer Grammy. Ya no puede acusarme más de estar alucinando».

Borracho de éxito, Mottola pergeñó la boda más hortera y cara que hubiera imaginado esa joven de familia humilde. Se fijó en la cola del vestido de Lady Di y le encargó a la diseñadora Vera Wang que le hiciera una mayor. La ceremonia costó otro medio millón de dólares.

Todo parecía ir de perlas para la pareja, pero pronto el productor comenzó a volverse tiránico y a controlar cada movimiento de su joven esposa, 20 años menor. Entre otras artimañas dio instrucciones al servicio doméstico para que la hicieran sentir intimidada y espiaba a las amistades de Carey... «Si dio la sensación de que la estaba controlando, pido disculpas», reconoce en el libro. «¿Qué fui un tipo obsesivo? Sí, pero eso también fue parte del motivo de su éxito».


Ella no lo ve tan claro. De hecho, ha confesado que fantaseaba con ser secuestrada para no tener que volver junto a su celoso marido. «Empecé a anhelar que alguien viniera a secuestrarme». Tampoco cree que le deba nada. «Llegué a él con la voz que tengo y con las canciones que llegaron a convertirse en número uno en las listas de éxitos», ha sentenciado con golpe de melena.

Él, por su parte, hace oídos sordos y se ríe de la ignorancia de su ex. «Mariah no sabe ni quién es Connie Francis», escribe haciendo referencia a una popular cantante.

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