18 febrero 2013

La trágica muerte de Reeva Steenkamp



Cuando ella le preguntaba en Twitter «¿qué tienes escondido en la manga para tu enamorada?», él metía balas en la recámara de una de sus armas. Ésta es la cronología de una noche, la de San Valentín, en la que se asesinó a una joven y bella mujer y se suicidó un mito. Oscar Pistorius (26 años), el hombre capaz de asombrar al mundo sobre sus piernas de metal hacía, parece, honor a su apelativo: Blade Runner.

¿Quién le iba a decir a Reeva Steenkamp, la joven y guapísima modelo nacida en Ciudad del Cabo el 19 de agosto de 1983, que las últimas portadas que protagonizaría en su vida, dedicada a acaparar espacio en las revistas de sueños, serían en la sección de sucesos? Reeva se definía en su perfil de Twitter como «modelo, chica de portada, celebridad del programa de televisión Tropika Island of Treasure, licenciada en Derecho e hija de Dios».


Fue portada de la revista FHM e imagen de una conocida marca de cosméticos, lo que la hizo muy popular en Sudáfrica, y hacía pequeños papeles en algunas series de la televisión. Sin embargo, su ascenso al edén de la fama lo obtuvo cuando salió de la mano de uno de los hombres más famosos de Sudáfrica y, quizá, el atleta más admirado y reputado del mundo. Aunque en aquel momento, tras la primera foto en una gala de premios del deporte en Sudáfrica, ella negó su relación.


La vida de esta chica parecía diseñada para el éxito. De niña se mudó con su familia a la ciudad de Porth Elizabeth, donde terminó sus estudios. Sin embargo, fue su privilegiado físico el que determinó su futuro. Pronto se movió a Johannesburgo, donde vivió seis años y fue la imagen de la marca de cosméticos Avon en Sudáfrica y después en el resto del mundo. Su último trabajo tampoco podrá ya verlo. Aunque el reality en el que ella participó se emitirá finalmente a pesar de su dramático final.


No parece por su entorno y por lo que ella misma hacía público en las redes sociales que la pareja estuviera atravesando una crisis. El 1 de febrero ella tuiteó una foto de Pistorius en blanco y negro junto a la que escribió: «No necesita más adeptos, pero es un hombre guapo y dice cosas muy inteligentes». Su penúltimo tuit, antes de su ya famosa y desgraciada pregunta de San Valentín, fue la foto de un batido en la que escribió «un delicioso batido saludable hecho por mi amor». La semana pasada, en una entrevista publicada en el Sunday Times, Reeva decía sobre su novio del último año: «Es un hombre impecable de gran corazón». Él, por su parte, publicaba una foto en un hotel de Ciudad del Cabo: «Grandes momentos con mi amor».


Los que les conocían, como el publicista Sarit Tomlinson, dicen que tenían «una relación sana y fabulosa». La actriz Vanessa Haywood, buena amiga de la pareja, ha declarado: «No sé qué pensar o qué decir. La relación entre ambos, hasta donde todos podíamos saber, era muy buena. Todos sus amigos no nos podemos creer lo que ha pasado». Jane Ceilliers, directora de la agencia de modelos en la que trabajaba Reeva, no podía contener las lágrimas y se limitó a decir: «Estamos devastados, ella era maravillosa, no damos crédito». Nadie del entorno de ambos que ha hablado públicamente ha dicho una palabra que hiciera entrever este dramático final. La familia de ella, por ahora, ha preferido no pronunciarse. Según sus allegados están aún en shock.


El cuento de amor del atleta paralímpico más famoso de todos los tiempos, Oscar Pistorius, y la modelo Reeva Steenkamp terminó con cuatro disparos en la puerta del baño de la lujosa mansión de Pretoria en la que vivía la pareja. Así, al menos, se desprende de filtraciones policiales que van saliendo a la luz con cuentagotas en una Sudáfrica que está viendo cómo se desmorona como un castillo de naipes uno de sus grandes símbolos. Un país partido ya en mil pedazos en la que la riquísima clase blanca ha visto cómo por una vez las portadas de los periódicos hablan de un asesinato en el que víctima y aparente verdugo comparten color de piel no pigmentado.


En un primer momento se dijo que había sido un accidente, que el bueno de Oscar había disparado por equivocación a su novia creyendo que estaba siendo víctima de un asalto en su propia casa. Una coartada creíble para un lugar en el que las estadísticas criminales cifran como más posible un robo a mano armada que una inocente sorpresa nocturna de una enamorada. Hay entre 7.000 y 8.000 asaltos anuales en casas, sólo en la provincia de Gauteng, donde residía la pareja.


Sin embargo, las evidencias fueron poco a poco desmontando la teoría del fuego amigo de Pistorius. El atestado policial, filtrado por un periódico afrikáner, dice que el cuerpo de la modelo con cuatro disparos se encontraba en la puerta del baño de la casa, lo que resta credibilidad a la excusa de la sorpresa y la mala visibilidad. Además, los vecinos de la urbanización dicen haber escuchado una discusión entre ambos esa misma noche. Pocas horas después del anuncio de un fatídico crimen, culpa del entorno social, los medios de comunicación rectificaban y la opción de un asesinato pasional cubría las portadas. Una excusa perfecta para contar lo que ahora parece una verdad escondida: el héroe de las pistas era un hombre agresivo, apasionado de las armas de fuego, amante de las mujeres y ya antes con antecedentes ocultos en un cajón de haber usado la fuerza con ellas. La carnicería del mito acaba de empezar.


En 2009, Pistorius pasó ya una noche en el calabozo de una comisaría cercana a la que el jueves fue llevado tras la muerte de Reeva. Entonces una joven, Cassidy Taylor, denunció al atleta por asalto e intento de causar lesiones corporales. La demandante alegaba que fue invitada a una fiesta en su casa, donde Oscar acabó intentado agredirla. Finalmente, los cargos que se presentaron contra él fueron por asalto común y el juicio no llegó nunca a celebrarse. Pistorius emitió un comunicado en el que explicaba que la joven había bebido mucho y tuvo que echarla de su casa. También presentó una demanda contra Cassidy, por valor de 220.000 euros, por atentar contra su imagen pública, lo que le supuso, según él, la pérdida de algunas conferencias por valor de 4.000 euros cada una hasta que se apagaron los ecos del escándalo.

Pero la fama de mujeriego de Pistorius goteaba por entonces en los medios de comunicación. El blade runner intentó un lavado de imagen pública con la que entonces era su novia, Samantha Taylor, en un famoso programa de la televisión sudafricana, Top Billing. La pareja, cuya relación duraba año y medio, protagonizaría un reportaje en las paradisiacas islas Seychelles a pesar de que medios como el New York Post hablaban de una relación paralela con la modelo rusa Anastassia Khozissova.

No duró mucho más el idílico romance y Samantha hizo unas confusas declaraciones que apuntaban a una cara oscura del atleta. «Oscar tiene una extraña forma de comportarse con las mujeres», dijo tras publicarse las primeras fotos de Pistorius con la ahora asesinada Steenkamp. Entonces, Samantha amenazó con contar «lo que le había hecho pasar Oscar», aunque posteriormente se retractó y no quiso volver a tener contacto con los medios sin aclarar lo que él le había hecho. Ayer mismo la madre de Samantha publicó en su Facebook: «Estoy tan contenta de que Sammy esté sana y salva fuera de las garras de aquel hombre. Hubo momentos en los que las cosas podrían haber salido mal con ella y las armas de este hombre en el tiempo que duró su relación. Mis condolencias a la familia cuya hija ha muerto. Mi corazón está roto por vosotros».


El año pasado, en 2012, el grupo de investigación policial sudafricano, Hawks, reconocía que había sufrido descalificaciones de Pistorius por investigar un caso de graves amenazas del atleta a un productor de la televisión, Quinton van der Burgh, por «robarle una enigmática novia». El mismo problema parece que acaeció con el ex futbolista Marc Batchelor, revela el periódico Mail & Guardian.

Todo ese mundo que dibuja un perfil agresivo del atleta pasaba inadvertido para la aldea global acostumbrada a ver a Pistorius en reportajes junto a niñas con problemas de movilidad que usaban prótesis como las suyas; en otras ocasiones daba conferencias de superación o donaba dinero a proyectos de ayuda a personas con movilidad reducida. Por eso, los reportajes aparecidos el año pasado no hicieron saltar las alarmas sobre un hombre demasiado obsesionado con las armas de fuego que dormía con una pistola en su armario y una ametralladora bajo la ventana.


Michael Sokolove, periodista que pasó varios días conviviendo con Pistorius en su casa sudafricana, dijo tras su encuentro que «andar con Pistorius puede ser una gran diversión, entiendes que él está un poco más que algo loco». Sokolove describía con una mezcla de temor y admiración la ruda vida del atleta: «Desafía a la muerte en lancha y moto, maltrató a dos mascotas que tiene, dos tigres blancos, y me hizo morderme las uñas en su Nissan Pistorius GT-R a 250 kilómetros por hora». En un momento del artículo, el periodista describe cómo se abalanzó sobre su arma una noche en la que saltó la alarma de la casa y le convenció de que disparara su pistola. «¿No has disparado nunca?», preguntó Pistorius. «No», replicó él. «Pistorius se fue a por su 9 milímetros y dos cajas de munición y me instó a aprender».

No mucho tiempo después, ocho meses, un artículo revelaba que «tiene bates de béisbol y de cricket detrás de la puerta, una pistola junto a su cama y una ametralladora junto a la ventana». Ambos periodistas llegaron a la conclusión de que «era extraña» tanta obsesión por la seguridad, pero Sudáfrica es un país acostumbrado a ese recelo y se tapó como una simple rareza. Como ha explicado la amiga de la pareja, Vanessa Haywood, «sabíamos que tenía armas, pero no nos extrañaba. Como saben, Sudáfrica no es el lugar más seguro del planeta».


Hoy, sin embargo, todo ese pasado parece que era el aviso de lo inminente. «Es como si nos dicen que Desmond Tutu ha sido pillado in fraganti robando», decía un importante medio de comunicación sudafricano que trataba de comprender la caída de un héroe en un país necesitado de emblemas. El emblema Pistorius parece que puede dejar el tartán de las pistas por una temporada larga en la cárcel. Por ahora está acusado de asesinato a la espera de que comparezca el martes.


HOMICIDIO PREMEDITADO. De esto le acusa el juez. Se está realizando la autopsia a Reeva Steenkamp. El Tribunal de Pretoria que lleva el caso asegura que no se hará pública, pero fuentes policiales han filtrado a la prensa que los cuatro disparos que se oyeron en la mansión que compartía con Oscar Pistorius fueron a parar a su cabeza, pecho, pelvis y una mano, lugares estratégicos en los crímenes pasionales. Pistorius, que se mostró ayer desolado en la primera comparecencia judicial tras el crimen, aseguró que quería manifestar sus más «profundas condolencias» a la familia de la que fuera su novia durante el último año, y agradeció de paso la cantidad de mensajes de apoyo que había recibido desde el fatídico San Valentín. Apoyado por su familia al completo en esta primera vista oral, Pistorius permanecerá detenido hasta el próximo martes, cuando se celebrará otra declaración para esclarecer el crimen de su ex novia. «Va a negar la autoría de la muerte enérgicamente», ha dicho su abogado.




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