10 diciembre 2012

Una madame solidaria con el fútbol griego



Algunos samaritanos son mejores que otros. O más decentes. Al menos eso piensan las autoridades griegas. Que se lo digan a Soula Alevridou, una mujer solidaria con sus paisanos en tiempos de crisis. Enjuta y agradable, de pelo corto canoso y voz cálida, pocos dudarían de la buena fe de la señora. Menos aún tras pagar 1.000 euros para patrocinar y ayudar a sobrevivir al Vouklefalas, un pequeño equipo amateur de fútbol con base en su ciudad, Larissa, en las faldas del Monte Olimpo. 

Sin embargo, hay otro factor en la ecuación más complicado de digerir: Alevridou es en realidad una ex prostituta, dueña de dos burdeles y conocida por todos como Madame Soula. El equipo iba a ser patrocinado por sus establecimientos para poder pagar las facturas: una nueva camiseta rosa anunciando el «Villa Erótica» y el «Casa Soula» se creó para la ocasión. 

Tan original mecenazgo fue aprobado por el presidente de la entidad. Pero ha sido temporalmente vetado por el Ayuntamiento y los dirigentes de la pequeña liga local: mientras deciden la conveniencia del patrocinio han advertido al equipo de que puede enfrentar sanciones disciplinarias por «difamación del deporte» si los jugadores saltan al campo con el anuncio de los burdeles en la camiseta durante sus entrenamientos, calentamientos o amistosos. Así de categórico. 


«Es algo muy hipócrita. Son más indecentes los equipos que anuncian casas de apuestas y animan a la gente a perder su dinero en pozos sin fondo. El sexo no es inmoral», declara la controvertida madame. 
Ella creció en una familia pobre de los alrededores rurales de Larissa durante la guerra civil griega y conoce mejor que nadie la importancia de ayudar al prójimo en tiempos de crisis: «En esta época de dificultades todos los que podemos tenemos que meternos la mano en los bolsillos y ser solidarios con los que menos tienen», señala. 

Lo cierto es que su altruismo no le da más que disgustos: hace meses intentó donar 3.000 euros a un colegio primario de Patras, al oeste del país. El centro, sumido en innumerables problemas por la crisis, había lanzado una petición pública de ayuda. Sin embargo, la dirección devolvió el cheque firmado por Madame Soula. «Los que perdieron fueron los pobres niños que no tienen para material. Yo lo hice por pura solidaridad», se lamenta. 


Madame Soula puede permitirse donar grandes cantidades de dinero porque su negocio no está en crisis. Ha perdido clientes, pero algunos siguen ahorrando para ciertos vicios: «El dinero de un verdulero tiene el mismo valor que el mío», sentencia.

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