«Cierre los ojos. Ahora, lentamente... vaya sintiendo, empezando por los pies, todos los órganos y tejidos de su cuerpo... Coja un trozo de chocolate y disfrute de su aroma y su textura en la boca. Concéntrese en las sensaciones». Es el savoring, una de las técnicas que utiliza la psicología positiva para potenciar las experiencias agradables. ¡Y funciona! El placer viaja de la boca al cerebro a velocidad de vértigo.
Este sencillo ejercicio le sirve al psicólogo y profesor Gonzalo Hervás para explicar por qué es posible ser feliz con los tiempos que corren. Pese a la crisis económica, la pérdida de valores o unas perspectivas de futuro poco halagüeñas, la mente del ser humano tiene una capacidad extraordinaria para potenciar el bienestar mental. Y ese es el campo en el que se mueve la psicología positiva, una nueva corriente de investigación sobre el comportamiento humano que está proporcionando argumentos científicos a la búsqueda de la felicidad.
Hervas |
Hervás, que investiga en la Universidad Complutense sobre esas fortalezas personales que nos permiten ver «el vaso medio lleno», reconoce que hasta hace poco «estudiar los aspectos positivos de la personalidad humana se consideraba un lujo innecesario». «Lo importante ha sido centrarse en que la gente pase de un estado mental de menos 10 a cero; y ahora vemos que se puede llegar al 10», argumenta.
Fue a finales de los 90 cuando el prestigioso psicólogo Martin Seligman, de la Universidad de Pennsylvania (EEUU), acuñó el término de psicología positiva. En su ánimo estaba dar explicación científica a la idea que ya dejó plasmada Aristóteles hace casi 2.500 años: «La felicidad es el objetivo principal de todas las personas». O debería serlo.
Martin Seligman |
Desde entonces, los investigadores han tratado de comprender aspectos del comportamiento, como la creatividad, el humor, las emociones positivas o la resiliencia (la capacidad de superar las desgracias) a través de experimentos de laboratorio, encuestas y tests, que están sirviendo para definir qué se esconde detrás de estas actitudes y cómo se pueden fortalecer, especialmente cuando, pese a no llegar a la depresión, el estado de ánimo decae.
Algunos de los mayores expertos españoles y extranjeros en esta materia participan esta próxima semana en I Congreso Nacional de Psicología Positiva, que se celebra en El Escorial, bajo el auspicio de la Sociedad Española de Psicología Positiva (SEPP).
Carmelo Vázquez, catedrático de Psicología y presidente de la SEPP, es su coordinador principal y uno de los más convencidos promotores de estas investigaciones. «Sólo ahora empezamos a conocer sus efectos», reconoce. Así, la ciencia ha revelado que el buen rollo aumenta hasta un 15% la protección contra las infecciones; que, según un estudio realizado con monjas, alarga la vida y que, aunque la mitad de la felicidad depende de los genes y un 10% de lo que nos sucede, el resto podemos cambiarlo. Encima, es tan contagiosa como los virus.
Carrmelo Vázquez |
Pero, ¿cómo ser positivo cuando todo alrededor son malas noticias? El paro, los desahucios, los recortes en los servicios públicos, las especulaciones financieras, guerras... Son cuestiones que no pueden cambiarse a nivel personal. «Es evidente», reconoce Vázquez, «que la pobreza y la desigualdad social aumentan el malestar mental y la mortalidad. Por ello es importante mantener la equidad, pero también lo es protegerse a nivel individual con el mejor estado psicológico posible. Y para ello mantenerse activo es la mejor fórmula.
El dinero no se asocia a la felicidad, pero sí se ha probado que el bienestar personal mejora con la participación ciudadana en movimientos sociales que buscan un mundo mejor o con algunas tradiciones y religiones que fomentan la pertenencia a un grupo».
Lo cierto es que en España no andamos sobrados. Según uno de los mayores estudios sobre la felicidad realizados hasta la fecha (el World Gallup Poll), comparando la satisfacción vital en 155 países, los españoles ocupamos el puesto 43, detrás de naciones como Jamaica, Honduras o El Salvador, aunque por delante de Francia o Japón. Así que el reto, ahora, es trasladar ese conocimiento científico que aporta la psicología positiva a la vida cotidiana, las instituciones y las empresas; que entiendan que tener un empleado contento es positivo para la cuenta de resultados, como también lo es para un enfermo crónico o un desempleado.
Eduardo Jáuregui, psicólogo y co-fundador de la consultora Humor Positivo (www.humorpositivo.com), se ha especializado en la risa, que aplica como herramienta para mejorar el rendimiento laboral. Jáuregui es de los que han comprobado que unos buenos chistes al inicio de una reunión la hacen más fructífera. «El humor elimina estrés y aumenta la creatividad, como ya demostró Alice Isen en los años 70. Probó que ver vídeos cómicos multiplica por cinco la capacidad de crear y mejora la toma de decisiones, y además acerca a las personas y las vuelve más generosas», apunta el investigador.
Eduardo |
Así lo han entendido grandes empresas como Google, un ejemplo de positivismo empresarial, y también en compañías aéreas como la americana Southwest o Air Nostrum. Y más pequeñas, como la cadena de fruterías Dioni, cuyos trabajadores hacen sesiones semanales de humor y se divierten haciendo figuritas con calabazas y pepinos.
Jáuregui es uno de los organizadores, el próximo 26 de abril, del Día de la Diversión en el Trabajo, aunque a algunos les siga pareciendo un anacronismo. «Sale muy barato mejorar el bienestar. Con cambiar la decoración, montar proyectos paralelos no laborales para los empleados o fomentar la risa durante la jornada, el rendimiento crece», asegura.
Otra de las experiencias que ayudan a sentirse bien es lo que los expertos en psicología positiva llaman flow: el estado mental en el que el tiempo fluye y la persona se olvida de sí misma porque lo que hace le genera satisfacción. Ese flow es fundamental, y hay que buscarlo aunque vengan malas cartas en la partida. «Es lo contrario de lo que vemos ahora. Si el mensaje es que vamos al desastre, que todo está mal, se genera ansiedad, parálisis y la sociedad no se involucra. Aún es peor si la gente siente que no controla su destino, que le manejan poderes ajenos», comenta Hervás.
Como investigador, su trabajo se centra en identificar estrategias útiles para saborear la vida. «En general, las tenemos. Una prueba es que vamos de cañas aunque el futuro laboral sea negro; necesitamos mantener la red social, evadirnos y volver a casa con otro estado de ánimo», argumenta.
También se pueden usar las tecnologías. El equipo de la investigadora Rosa Baños, de la Universidad de Valencia, está desarrollando aplicaciones para internet y móviles que ayuden a promover fortalezas positivas humanas. Algunas se pusieron a prueba en la misión Mars 500, durante la cual seis astronautas simularon un viaje a Marte encerrados durante 520 días.
Rosa Baños |
Cierto es que todas estas estrategias suenan mucho a lo que explican infinidad de libros de autoayuda, pero también lo es que nadie había evaluado hasta ahora su impacto real. «Lo más importante es que nuestra gasolina para sentirnos bien son los retos personales que nos marcamos; el aceite son las emociones positivas que hay que potenciar. Y ambos elementos son necesarios para que el motor funcione», concluye Hervás.
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