Ludovic Mohamed Zahed es un parisino de 35 años que circula por la vida llevando con orgullo cuatro condiciones que son un estigma para muchos de sus conciudadanos. Es árabe, musulmán, homosexual y seropositivo, lo tiene todo. Pero el no lo oculta y ha hecho de esto su bandera.
Primero creó con seis amigos en 2010 la asociación de homosexuales musulmanes HM2F, que hoy cuenta con más de 500 miembros inscritos. Dos años después publicó el libro El Corán y la carne, mezcla de ensayo y autobiografía donde aboga por un islamismo permisivo y denuncia el acoso que viven los gays de origen árabe incluso en Francia. Y ahora acaba de inaugurar la primera mezquita de París abierta a todos las tendencias sexuales, en un emplazamiento que -por medidas de seguridad- sólo conocen los iniciados.
Esta sala de oración «igualitaria e incluyente», abierta a todos los musulmanes incluidos los gays, se halla dentro de un dojo zen que les ha prestado un monje budista homo. Y ya tiene 20 fieles registrados. «Pero no digas que esto es una mezquita gay. Tan sólo un grupo de personas que se reúne para orar. La mayoría son heteros, aunque de mentalidad abierta», comenta en el diario Libération.
Aunque ya existen centros musulmanes de esta clase en Canadá, Sudáfrica y EEUU, éste es el primero que abre sus puertas en el país con más musulmanes de Europa. Para Zahed, que se crió en una familia muy estricta, el proyecto forma parte de su lucha para «romper un tabú». «Los musulmanes gays no deben sentirse avergonzados. La homosexualidad no está condenada en el Corán. Si el profeta Mahoma viviese en nuestros días, celebraría bodas entre gente del mismo sexo», indica este Doctor en Antropología Social y Psicología que en 2010 se casó en Ciudad del Cabo con su novio surafricano, pero no puede oficializar su matrimonio aún en París, hasta que el Gobierno de Hollande apruebe la ley al respecto.
Educado en un ambiente opresivo, con un hermano mayor que le daba palizas para endurecerle y evitar que «se convirtiera en una nenaza», Zahed absorbió durante su infancia toda la ira homófoba de su familia hasta que, a los 12 años, durante unas vacaciones en Argel, asumió que los hombres le atraían y se echó su primer novio. En Marsella, con 19 años, unos análisis realizados después de una ruptura sentimental le indicaron que era seropositivo.
A pesar de su biografía, rehuye la etiqueta de homosexual militante que le han colgado algunos medios galos. Lejos de cualquier sectarismo, él quiere articular un proyecto de «musulmanes progresistas» en torno a principios como tolerancia, laicismo e igualdad de derechos para todos, al margen de su condición sexual...
El islam que predica es «pacífico, incluyente y reformado». Permite la blasfemia porque «el pensamiento crítico es fundamental para el desarrollo espiritual». Y defiende el pluralismo porque «la religión no es la única fuente de la verdad».
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