Arantxa y sus padres |
El libro, titulado ¡Vamos! Memoria de una lucha, una vida y una mujer, que hoy sale a la venta, la ganadora de cuatro Grand Slams y cuatro medallas olímpicas acusa abiertamente a su familia de haber mermado drásticamente su patrimonio tras haber ingresado unos 12 millones de euros sólo en ganancias en la WTA (17 millones de dólares, según el organismo que rige el tenis femenino), que se elevarían hasta los 45 millones de euros por diversos patrocinios, según la versión de la mejor tenista española de la historia.
Marisa Sánchez Vicario arranca confesando que el sábado pasado se levantó «con una de las peores noticias que unos padres pueden recibir. Con enorme sorpresa y gran dolor, constaté que nuestra hija Arantxa había dado un paso más en su voluntad de herirnos y humillarnos». Y relata en primera persona: «Habéis sido muchos los que me habéis llamado para saber qué ocurría. Durante mucho tiempo he permanecido, con mi esposo Emilio, en silencio.
Nos dolía la actitud de Arantxa y su esposo, pero otros problemas ocupaban mi mente y mi corazón. Emilio, delicado del corazón, fue diagnosticado hace unos dos años de un cáncer durísimo de intestino. Contra él hemos luchado codo con codo y sigue todavía batallando, día a día, contra ese rival incómodo que casi nos gana el partido. Por si no bastara, hace un año y medio le diagnosticaron Alzheimer. Ya podéis imaginar lo que todo esto conlleva. Personalmente intento sacar fuerzas de flaqueza y buscar el apoyo y consuelo que el resto de mis hijos y nietos me dan».
Para, a continuación, arremeter contra la actitud de su hija que había afirmado en LOC que le habían dejado «sin nada». Sigue narrando Marisa: «En todo este tiempo no hemos recibido ni una visita de nuestra hija Arantxa. Ni un mínimo atisbo de preocupación. Ni un ¿cómo estáis? Ahora nos llega la noticia de que saldrá a la luz un libro de Arantxa atacando, al parecer, a la familia y socavando nuestra moral. Esto sí que es duro, no el cáncer o el Alzheimer, nada puede doler más a unos padres que su hijo les acuse de todos sus males. Es inexplicable el dolor que sentimos, el nudo en el estómago que convive con nosotros. Yo tengo 75 años y mi marido 79. Nunca imaginamos que podría ocurrir algo así. Esta situación sí que es una enfermedad que afecta directamente al alma y, aunque la intentaremos asimilar con dignidad, nos estamos quedando sin fuerzas».
Con un «Yo, a jugar, ver y callar», la actual capitana del equipo de Copa Federación relata en el libro como su padre disfrutó de plenos poderes para gestionar los recursos, amnistiando la totalidad de sus ganancias. A esto, responde su madre: «Conforme íbamos leyendo el artículo que se publicó nos fuimos hundiendo cada vez más, no por la cantidad de mentiras que cuenta, una detrás de otra, sino por darnos cuenta del estado real de nuestra hija. Nosotros vivimos 20 años por y para ella. Lo dejamos todo de lado e hipotecamos nuestra vida y nuestro matrimonio.
Yo la acompañé personalmente desde muy pequeña a todos los torneos, abandonando de hecho a mi marido y a mis otros hijos. Luego, mi esposo Emilio dejó su trabajo para acompañarla y ayudarla. Intentamos hacerlo lo mejor que pudimos. Está claro que fracasamos con ella. A la que más dimos, resulta que -cumplidos los 40 años- se da cuenta que todo en su vida es por culpa nuestra. Nos acusa de dejarla en la ruina, de todo, con un rencor y resentimiento dignos del peor de los enemigos».
Arantxa y su madre |
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