23 junio 2015

Las quejas de Roger Waters

"He tenido el enorme privilegio de haber nacido en 1943 y no en 1983, cuando la conquista por Silicon Valley [de la industria de la música].

No se había producido todavía y, como consecuencia, podías ganarte la vida escribiendo y grabando canciones y vendiéndoselas a la gente. 

Era la época en la que esta galería de sinvergüenzas y ladrones no se había incrustado entre la gente que aspira a ser creativa y su potencial audiencia para robar hasta el último puto céntimo". 

A lo largo de su carrera, Roger Waters ha destacado por su actitud de yo contra el mundo. 

Contra Margaret Thatcher, contra Israel, contra George Bush padre e hijo, y, durante dos décadas, contra sus ex compañeros de Pink Floyd. Ahora, el que fuera líder de esa banda va contra Silicon Valley. 

Claro que, si bien es cierto que quejarse es la especialidad de Waters, algo de derechos de autor sabe, aunque sólo sea porque el catálogo de Pink Floyd es el más caro después del de los Beatles.

Las quejas del ex Pink Floyd se basan en que, con la música digital, nadie gana dinero. Y, al mismo tiempo, los soportes físicos siguen cayendo. Solo el vinilo ha experimentado una espectacular resurrección. Pero el problema es que parte de tan abajo que su impacto es mínimo. 

Las ventas mundiales en ese soporte se han multiplicado de 30,1 millones de euros en 2006 a 308 en 2014, de acuerdo con la web de gestión de datos Statista. Solo entre 2010 y 2013, Waters facturó con su gira de The Wall 407 millones de euros, de los que alrededor de 70 se los llevó él solo como beneficio a casa. 

Y es que, como replicó el semanario The New Yorker, "Waters y sus compañeros disfrutaron de un momento singular, cuando los intérpretes podían hacerse ricos con música grabada".


Efectivamente, en 2014 la facturación de la música en directo —giras, conciertos y festivales— igualó en ingresos a la música grabada, en buena medida por el desplome del soporte más rentable, el CD, que apenas generó unas ventas en EEUU de 1.650 millones de euros, un descenso del 21,3% sobre 2013, un año en el que la caída había alcanzado el 14,4%, según la patronal del sector RIAA.

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