12 enero 2015

Un dictador también puede sentirse oprimido

Esto, que diría Magritte, no es una entrevista. Tampoco, que no cunda el pánico, un bocadillo de mortadela. Digamos que, como sus propias películas, se trata de un género híbrido entre la desolación y la nada. Como la vida misma. Sacha Baron Cohen (Londres, 1971) es, por orden, Ali G, Borat, Brüno y ahora el General Aladeen. Y lo es con una convicción que no admite ni una sola pregunta. 

Cada amago de entrevista es literalmente reconducido a una extraña psicofonía. Baron Cohen mueve los labios y de lo más profundo de su ser (con la inestimable colaboración de sus guionistas) emerge el pensamiento químicamente puro y altísimamente corrosivo de su personaje (¿o era al revés?). Este viernes se estrena El dictador, la aventura equinoccial de un tirano por un mundo que no es el suyo. Es el nuestro. Y claro, más de uno es retratado con una crueldad ciertamente tonificante. Justo es, en consecuencia, que el propio dictador se explaye sobre el alcance y riesgo de enfermades tales como la democracia, las elecciones o, ya puestos, el sexo.

Pregunta.- Un dictador, ¿nace o se hace?

Respuesta.- Accedí al poder a los seis años de edad después de que mi padre muriera en un trágico accidente de caza, cuando fue alcanzado por 97 balas perdidas y una granada de mano, también perdida. Hay quienes sostienen que en realidad fue un suicidio y espero que estén en lo cierto, porque eso significaría que murió haciendo lo que más le gustaba: matar gente. Antes era fácil llegar a ser un tirano, lo único que tenías que hacer era asesinar a tus padres; ahora tienes que recurrir a todo tipo de subterfugios como hacer caso omiso de las resoluciones de Naciones Unidas,

amañar elecciones y cometer algún que otro genocidio.

P.- ¿Cuántos sacrificios debe hacer un hombre para tener la seguridad de que los demás viven felizmente oprimidos?

R.- Hay que trabajar sin descanso en reprimir a la población; yo personalmente hago más de 500 sacrificios todas las semanas. La CNN afirma que sólo son 400, lo que es típico de los medios sionistas: siempre minimizan mis hazañas. A pesar de estas excelentes estadísticas sobre ejecuciones, no puedo permitirme el lujo de ser complaciente: el personal no se tortura a sí mismo (en realidad eso no es del todo cierto; lo hacen si torturas a sus esposas y familiares delante de ellos). Sin embargo, no crea que esto es algo cruel e impopular: los wadiyanos [los habitantes de Wadiya donde Aladeen es jefe de Estado] me aman y les encanta estar oprimidos; todas y cada una de las personas que he torturado han firmado una declaración por escrito diciendo que han disfrutado.

P.- ¿Qué ha sido lo peor del reciente fallecimiento de Kim Jong-Il, su muerte en sí misma, la incomprensión del mundo hacia su legado o el corte de pelo de su hijo?

R.- Lo peor fue la pérdida de un gran amigo: Kim Jong-Il era un hombre asombroso. Todo lo que le queda ahora de él al pueblo de Corea del Norte son unos muy buenos recuerdos; bueno, y los 300 monos de color gris que tenía en el armario. De hecho, la principal fuente de ingresos del país es venderlos a través de Ebay. Tenga cuidado, no obstante, si compra uno: donde dice «talla única» debería decir «talla única para niños de cinco años». El hijo de Kim Jong-Il, Kim Jong-Un, está más gordo; la verdad es que tiene que ponerse a la altura... Ha empezado un poco vacilante y todavía está pugnando por encontrar «su imagen». De momento está indeciso entre Elvis gordo y Elvis militar, así que se ha inclinado por una combinación de ambos.

P.- Por cierto, ¿es cierto que mantuvo relaciones con Kim Jong-Il? ¿Era cariñoso?

R.- Nunca jamás tuve ningún tipo de relaciones sexuales con Kim Jong-Il, y eso que podría haberlas tenido. En nuestros anuales Retiros Veraniegos del Eje del Mal en Sandals, en la isla de Antigua, se emborrachaba como una cuba y podías hacer con él lo que quisieras. En cierta ocasión, Sadam le llenó de vello púbico (del suyo, además) la pipa de narguile en lugar de tabaco y Kim Jong-Il se lo fumó, y hubo otra vez en que Berlusconi lo emborrachó y con una barra de labios le pintó «Hillary estuvo aquí» en plena cara y «Bill estuvo aquí» en el pan de pita. Faltó muy poquito para que lanzara la bomba atómica sobre Italia por eso.

P.- ¿Cuáles son las fantasías sexuales de un dictador?

R.- Montarse un cuarteto con Megan Fox, las gemelas Olsen y Judi Dench en una piscina llena de chocolate con leche de tigre y todo rodado por Martin Scorsese. Hay también algunas fantasías que todavía no he llevado a cabo.

P.- ¿Qué es lo que le da más miedo, acabar sus días como Sadam Husein, como Gadafi o como Charlie Sheen?

R.- Como Charlie Sheen, eso es obvio. Es un delirante drogadicto ninfomaníaco cuya carrera está acabada. Los otros dos son unos tiranos legendarios extraordinariamente ricos que, desde la muerte de sus dobles en los dos últimos años, están viviendo felices y contentos en las habitaciones de invitados de mi palacio sin la molestia de tener que gobernar ningún país nunca más.

P.- Entre la desesperación absoluta y la extinción a las que la humanidad inexorablemente se encamina, ¿qué es lo que prefiere un buen dictador?

R.- ¡No es la extinción de la humanidad lo que más me preocupa, es la nuestra, la extinción de los dictadores! Verdaderamente somos en la actualidad la minoría más oprimida del mundo; la crueldad contra nuestras personas es espeluznante. No hay más que fijarse en Siria, donde hay personas que están sufriendo terriblemente; por supuesto, me refiero a mi amigo, el presidente Asad, y a su mujer. ¿Sabía usted que, en estos momentos, hace ya casi un mes que ella no se compra un coche nuevo? Hay una sola cosa de Bashar Asad que me resulta indefendible: ese mostacho. ¡Es ridículo, tiene que quitárselo! Le da el aspecto de una adolescente armenia.

P.- ¿Le molesta que el pueblo siga hablando de democracia sin pedirle antes permiso a usted?

R.- No, no me molesta en absoluto. ¡Yo estoy a favor de la democracia! ¡Tenemos elecciones en Wadiya cada 200 años! De hecho, me gusta tanto la democracia que, cuando la gente vota en Wadiya, superviso todas y cada una de las fases del proceso electoral, desde el recuento de votos hasta, remontándonos hacia atrás, la cumplimentación de las papeletas… ¡Ah, y elegir qué tipo de toxina acaba por accidente con la vida de mis adversarios! ¡Es agotador!

P.- ¿Qué presidente de los Estados Unidos inspira más a un buen dictador, George W. Bush, Nixon o el próximo presidente, sea el que sea?

R.- Por supuesto, mi querido y viejo amigo George W Bush. Su política era poco más o menos la misma que la mía: el uno por ciento de la población acapara toda la riqueza, en sus prisiones no hay más que solo grupo étnico, la tortura está muy bien y también atacar a otros países. ¡Ah, y el genocidio, también! Fue él principalmente quien llevó a cabo el último, allí en Texas, sólo que él lo llamó «pena capital».

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