07 febrero 2013

Chimp Haven, el geriátrico de los chimpancés



Se podría decir que Chimp Haven es el geriátrico de los chimpancés estadounidenses. Un recinto de 80 hectáreas en el corazón de un parque natural de Luisiana que ejerce de santuario para decenas de simios que nacieron para ser cobayas de la ciencia y siempre vivieron en cautividad.

Chimp Haven aloja a unos 140 ejemplares de la especie y es el fruto de una ley rubricada por Bill Clinton al final de su segundo mandato. Pero sus responsables están a punto de recibir hasta 113 simios más por la decisión del Gobierno federal de suspender, el año pasado, todos sus proyectos de investigación con chimpancés. Un empeño que requerirá recaudar hasta cuatro millones de euros en donaciones privadas para mejorar los servicios de la institución.


Entre los simios de Luisiana destaca la historia de Henry: un chimpancé al que los voluntarios de la protectora de animales rescataron de una jaula en un garaje de Houston. Pero la inmensa mayoría de los primates llegan al santuario desde un centro de investigación y están conectados con el programa de cría que estableció Washington para investigar la epidemia de sida en los años 80. Mantener a un chimpancé en un laboratorio tiene un coste de unos 7.300 euros al año y tiene un efecto nocivo para su conducta. «Son animales que requieren mucho espacio para actuar de un modo natural y para relacionarse con otros miembros de su especie. Aquí pueden rebuscar comida, subir a los árboles y patrullar en su territorio», explica Kathleen Taylor, que ejerce como responsable de cuidados animales de la institución.


Taylor asegura que no hay nada comparable a trabajar con chimpancés. «Se comunican contigo y eres capaz de experimentar su alma», explica antes de recordar que la mayoría de los inquilinos del santuario siempre vivieron en cautividad. Los simios de Chimp Haven son animales con una cultura híbrida. Durante el día mantienen una conducta muy similar a la de otros miembros de su especie: se mueven en grupos pequeños, desarrollan comportamientos agresivos y reconocen la autoridad del macho dominante. Por las noches pernoctan en dormitorios con espejos, agua corriente y televisiones donde ven el fútbol americano o los capítulos de sus series favoritas».


«Al llegar, algunos de esos simios ni siquiera saben lo que es un árbol», decía recientemente el divulgador Charles Siebert. «Han vivido siempre en células de cemento donde les inoculaban virus de enfermedades. Por eso muchos llegan allí y no saben qué hacer. Vi un vídeo de uno que pisaba la Tierra como si estuviera pisando la Luna».

El 72% de los monos que llegan a Chimp Haven presentan conductas anormales. Un porcentaje que se reduce hasta el 22% unos meses después de su llegada. «Lo primero que hacemos es examinar su historia personal», explica la primatóloga Taylor. «Miramos con quién han vivido y cuál es su historial médico. Si aceptan o no aceptan a las crías y si son o no machos dominantes. El primer mes están muy callados y nerviosos y no saben muy bien qué ocurre. Después de un mes sale a relucir su verdadera conducta».


La mayoría de los simios de Chimp Haven son portadores del virus del sida pero pueden llegar a vivir hasta los 60 años. Muchos más de los que viven en su entorno natural, amenazado por la deforestación y el avance de la especie humana.

El santuario no es un zoo. Pero sus responsables abren sus puertas varias veces al año a los miembros de la comunidad y tienen un programa de becas para los jóvenes de Luisiana. El objetivo es fomentar la pasión por los primates y asegurar donaciones que den continuidad al proyecto. Los expertos advierten que no es sencillo trabajar con chimpancés. «Son animales muy violentos y nosotros lo comprendemos y lo respetamos», explica Taylor. «Por eso hacemos lo posible por no intervenir a no ser que el animal sufra daños irreparables».


El santuario sí interviene, en cambio, en la capacidad de procrear de los animales: a todos los machos se les somete a una vasectomía y a todas las hembras se las esteriliza para asegurar el control de natalidad. «Nuestra institución existe porque había demasiados chimpancés en cautividad», explica Taylor. «Nuestra idea es seguir aquí durante medio siglo, pero no queremos perpetuar el problema».

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