15 noviembre 2012

Los implantes electrónicos siguen avanzando



«Creo que en diez años será posible comunicarnos con otra persona enviando señales de cerebro a cerebro a través de implantes electrónicos, aunque de manera muy básica, casi telegráfica». El científico británico Kevin Warwick (Coventry, 1954) está convencido de que todas las señales de nuestro cerebro, ya sean pensamientos, sentimientos o emociones, pueden transmitirse sin necesidad de hablar ni escuchar gracias a la tecnología de implantes en el cuerpo en la que él ha sido pionero. Y lo ha sido tanto a la hora de diseñar estos experimentos como de ponerlos en práctica, pues él mismo ha sido su conejillo de indias. Por algo se le conoce como el primer cíborg. 

El profesor de Cibernética de la Universidad de Reading está de nuevo en España, invitado por CosmoCaixa para ofrecer en Madrid y Barcelona dos conferencias sobre el impacto que la tecnología de implantes y electrodos tendrá en nuestras vidas. Ayer, durante su encuentro con este diario, el científico hizo balance de la paulatina implantación de estos dispositivos, que tantas cuestiones éticas plantean. «Creo que la postura de la gente sobre la posibilidad de llevar dentro del cuerpo dispositivos tecnológicos ha cambiado enormemente desde 1998, cuando me coloqué el primer implante. En aquella época era algo revolucionario. Realmente era difícil hablar de la posibilidad de utilizar las tecnologías para mejorar las capacidades del ser humano. Por supuesto, sigue habiendo aspectos filosóficos y éticos de los que debemos ocuparnos, pero creo que hay que hablar de estos temas de forma abierta». 

Colocándose un implante

Sólo han pasado 14 años desde que Warwick se convirtió en el primer hombre en unirse a un ordenador, una experiencia que repitió en 2002 con un proyecto mucho más complejo. Aquellos experimentos despertaron gran expectación y bastantes críticas. «Muchos los consideraron una locura», recuerda. Sin embargo, sus investigaciones abrieron la puerta al desarrollo de una tecnología que miles de personas en todo el mundo está utilizando ya, muchas de ellas para palir los efectos de enfermedades neurológicas. 


Uno de los proyectos más gratificantes para el profesor es la investigación que desde hace unos seis años lleva a cabo en la Universidad de Oxford junto a sus colegas Tipu Aziz y John Stein. En el Hospital John Radcliffe realizan implantes a pacientes para desarrollar nuevas terapias: «Los usamos principalmente para el Parkinson, pero también para tratar la epilepsia y para algunos pacientes con depresión clínica». La técnica se basa en la estimulación del cerebro mediante la emisión de pulsos eléctricos que contrarrestan los efectos de los temblores del Parkinson: «El problema es que los electrodos utilizan mucha energía eléctrica, por lo que hay que reemplazar parte del dispositivo cada dos años. Lo que queremos conseguir es que duren más intentando que la estimulación sólo se produzca cuando haga falta, de modo que no haya que cambiarlos tan a menudo. Monitorizamos las señales del cerebro en un ordenador.

Es un sistema de inteligencia artificial que aprende a reconocer la actividad eléctrica y la relaciona con los temblores. La gran ventaja de la inteligencia artificial es que puede predecir qué va a ocurrir en el futuro. Y en este caso prevé con 20 segundos de antelación cuándo van a producirse los temblores». Respecto a los resultados obtenidos, afirma que el sistema funciona muy bien con algunas personas, pero con otras no. «Lo que estamos descubriendo gracias a estos sistemas de inteligencia artificial es que hay diferentes grupos de pacientes con Parkinson. Esta enfermedad no es un único y gran problema, sino diferentes tipos de enfermedades», añade. 


Warwick es un gran defensor del uso de estas tecnologías para mejorar las capacidades del hombre: «Como humanos vemos el mundo de manera muy limitada. Estamos acostumbrados a percibir el mundo en tres dimensiones, pero los ordenadores pueden hacerlo en cientos de dimensiones. Unir nuestro cerebro a una máquina nos permitirá realizar cosas que no podemos hacer como humanos y percibir el mundo en más dimensiones. Como científico, aceptar el hecho de que, por ejemplo, sólo podremos viajar a un planeta cercano es terrible», reflexiona. 

Uno de los mayores retos, asegura, es averiguar cómo mejorar nuestra memoria y si es posible realizar descargas desde un ordenador. Su proyecto para desarrollar un cerebro biológico (con neuronas de rata y humanas) en un cuerpo robótico pretende aportar luz sobre qué es la memoria: «Podemos colocar un implante para aumentar la sensibilidad porque sabemos lo que es pero ¿cómo hacemos con la memoria?». 
El científico se interesa por los motivos de la huelga general convocada para hoy. «Quizás la situación en Reino Unido no es tan mala como en España o Portugal. Pero también estamos sufriendo recortes. Tienes que asegurarte de que tienes una buena propuesta de investigación, aunque todavía hay oportunidades para conseguir financiación». Aunque admite que algunas áreas como la suya están en expansión, sugiere a los científicos españoles «trabajar conjuntamente con la industria» para conseguir más financiación. 

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