Cae la noche y muchos disfrutan de unas tapas cerca de la Plaza Mayor. De repente, se ven rodeados de personas con ropa deportiva y zapatillas: beben, comen y se van corriendo, literalmente, a otro bar que está a dos kilómetros de distancia. Son runners, corredores, y lo de tapear es sólo una de las muchas actividades que realizan para hacer amigos al tiempo que se mantienen en forma.
Como éste, en Madrid se han consolidado ya un buen número de estos grupos, formados por personas de todas las edades a las que les gusta correr aunque les falte técnica. De esto se dio cuenta hace tres años Running Company, una tienda de ropa deportiva que, como otros negocios, se ofrece como punto de encuentro y de instrucción a los grupos de corredores.
«Empezamos con poca gente, empeñados en hacer algo innovador. Queríamos juntar la profesionalidad de buenos entrenadores con gente que, aunque fuera diferente, se sintiera en familia», cuenta Agustín Rubio, director del programa. La idea cuajó y el resultado superó las expectativas. Hoy, más de 1.000 personas han participado de la experiencia. «Parece que hemos dado en la clave», asegura.
Los entrenamientos se desarrollan generalmente en el Retiro. Sus senderos son el marco ideal para ejercitarse. Además, ofrece variedad. Soraya Casla, instructora, conoce y aprovecha las bondades de las 118 hectáreas del parque. Ella orienta a todos con confianza y más que una entrenadora es «una amiga». «En los grupos me encuentro de todo, desde gente mayor que ha empezado a correr hace muy poco, hasta gente que ha corrido varias maratones. Lo importante es que todos reciben un asesoramiento profesional acorde con lo que cada uno quiere y sus objetivos», asegura.
Los grupos son variados en sexo - más mujeres que hombres-, en edad y en intereses. Los forman personas que quieren ejercitarse bien, divertirse y hacer amigos. No hay competencia entre ellas, nadie quiere vencer a nadie, tal vez a sí mismos.
«Me gusta correr y necesitaba un poco de ayuda para mejorar mi tiempo. Llegué a este programa en busca de un acompañamiento profesional. Aquí te ayudan un poco, no solo es correr o dar una vuelta, sino un entrenamiento con un seguimiento. Además, te relacionas con más gente y lo pasas bien», opina Marcos, integrante de uno de los grupos.
«A veces da pereza salir sola a correr y si estás con otras personas te esfuerzas más. Además, cuando las conoces te sientes bien y puedes ir charlando mientras vas calentando. La idea es pasar un buen rato», añade María.
Pero hay más motivaciones. Gabriela, por ejemplo, se inscribió con su pareja, David. Ambos quieren prepararse para la San Silvestre. «Yo estoy apuntada con mi novio. Él es mejor que yo, pero entrenamos juntos. Me gustan estas personas porque no son muy competitivas. Ninguno intenta llegar primero y siempre te esperan. La gente es muy maja», asegura.
De toda esta mezcla es de la que habla Agustín Rubio. «La gente quiere juntarse, quedarse algún día a tomar una caña a planear un viaje, ir a las carreras juntos. Al final, esa filosofía que nosotros intentamos transmitir, los participantes la asimilan y la han incluido en su rutina».
Desde el punto de vista económico, resulta asumible por la mayor parte de la población. «El costo está muy bien, muy barato. Por 22 euros me garantizan un buen horario y buenos entrenadores», comenta Marcos. Como él, actualmente hay en activo casi 400 personas que entrenan en diferentes horarios y niveles.
«Este es un modelo que le permite a una tienda como la nuestra tener un ingreso adicional. Nosotros lo planteamos no como un método de fidelización, que sin duda lo es, sino también como un servicio. En ese sentido hemos tratado de dar la mejor calidad posible al menor coste. Eso ha permitido que tres años después entrenemos a tanta gente», explica Rubio.
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