11 julio 2015

Se siente el terror


Abierto en 1964, cuando la zona era apenas un barrio polvoriento, una entrada y salida a la ciudad, el bar cobró cierta fama por su aparcamiento de tierra y la terraza donde se servían tapas de pescado fresco, anchoas y pulpitos que venían directamente de la pescadería. 

Hoy, es un bar de barrio, con su clientela fija. Pero en el Plaza suceden cosas extrañas. Y algunos clientes molestos –el borracho en chándal que aporrea la puerta por su cerveza, la señora rara adicta a las tragaperras, el chuleras de turno que va de moderno– han empezado a desaparecer misteriosamente.

Un asesino en serie anda suelto por las calles empinadas de Horta. Y es el nuevo camarero del Bar Plaza, ese tipo de mirada gélida con pinta de psicópata. 

La webserie The Waiter es una ficción de terror y fantasía rodada en un plató real, el Bar Plaza, con alguno de sus clientes auténticos, como la señora de las tragaperras, que parece sacada de un cuadro de costumbrismo español. A su director, Jordi O. 

Romero, los vecinos del barrio le llaman el "Spielberg de Horta". Ya de adolescente empezó a grabar sus primeros cortos en las calles del barrio, con actores (amigos, familiares y vecinos) precariamente disfrazados de hombres lobo, muertos vivientes, extraterrestes o mutantes. Pura serie B ochentera.

A los 16 años, Jordi ya apuntaba maneras con su trilogía Mortal, Bestial y Brutal, sobre zombis, asesinos en serie y hombres lobo, temas que marcarían toda su carrera posterior, tras estudiar cine en el Centre d’Estudis Cinematogràfics de Catalunya. 

Con más de 150 cortos, videoclips y reportajes a sus espaldas, Romero se ha especializado en el género fantástico y es uno de los habituales del Festival de Sitges y la sección más extrema y freak, Brigadoon, donde ganó el Premio Paul Naschy en 2012 por Zona de caza.

Ahora, Jordi O. Romero ha transformado el corto gore Pinchito español que rodó en 2005 en una webserie de siete capítulos de unos 13 minutos de duración. Y en 2016 piensa editarla en formato película. 

"Desde el principio tenía la idea de llevar el corto más lejos. Aunque tenemos un presupuesto low cost, hemos intentado darle un ritmo y factura de película. Esta vez he huido de lo gore, sólo tiene una pincelada de la violencia del corto... 

La serie es más accesible para el público en general, con una temática que arranca con el costumbrismo y deriva al género fantástico, con personajes especiales y espaciales...", explica Romero en un descanso del rodaje del cuarto capítulo de la serie, en su bar-plató. 

Un bar que, además de noches temáticas de country, cada Halloween organiza un peculiar túnel del terror con el atrezzo de las películas de Romero. "El último fue de 150 metros cuadrados, en la planta de arriba, un almacén vacío", cuenta Romero.


Más allá de la particular cruzada de psicokiller del camarero empeñado en eliminar a todos los indeseables, The Waiter evolucionará hacia una conspiración global de tintes orwellianos, en la que todo el mundo está vigilado. En la serie se cruza una galería de personajes delirantes, absolutamente cañí.

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