23 julio 2013

La mujer que quiere ser parapléjica


Chloe Jennings-White (Londres, 1955) es licenciada en Química por la Universidad de Cambridge (Reino Unido) y doctorada por la de Stanford (EEUU). Trabaja de profesora en la Universidad de Salt Lake, Utah (EEUU). Pero no son sus laureles académicos los que la han dado a conocer, sino la alteración mental que padece: BIID (Body Integrity Identity Disorder o Desorden de Identidad en la Integridad del Cuerpo), una anomalía por la que rechaza su cuerpo sano en favor de uno parapléjico. La búsqueda de la invalidez física la ha llevado a provocarse numerosos accidentes a los que ha sobrevivido con sus articulaciones indemnes. 

«La primera vez que me senté en un silla de ruedas me sentí bien, ese es el lugar al que pertenezco y en donde estoy mejor», confiesa la docente recordando que la primera vez que se imaginó la vida con limitaciones físicas fue a los cuatro años en una visita a una tía en Thatcham, condado de Berkshire, cerca de Londres. La tía Olive había sufrido un accidente de bicicleta y llevaba unas estructuras metálicas que le impedían mover las dañadas piernas. «Yo también quiero unas, por qué no me las pueden colocar a mí», se preguntó la niña. Desde entonces, no ha parado de experimentar la invalidez a pesar de que camina, esquía y se mueve sin problemas. Bueno, el problema es que su mente no deja de decirle que quiere ser parapléjica. 


A los nueve años se lanzó con una bicicleta desde un escenario al aire libre en el parque de Hampstead Heath, al norte de Londres, para caer en un hoyo. Sufrió heridas, pero no le provocaron lo que ella buscaba. De los 12 a los 16 años llegó a romperse cinco huesos en otros intentos de hacerse daño. A los 22 años compartió su problema con su novio, Ian, quien terminó rompiendo el noviazgo. Ella se trasladó de Londres a EEUU, pero se llevó con ella la silenciosa obsesión por vivir en una silla de ruedas. 


«Mi sueño es encontrar los doctores que operen mi espina dorsal y paralicen mis piernas», reconoce Chloe. Hace unos años encontró un médico dispuesto a satisfacer sus deseos, pero la factura ascendía a 19.000 euros y, según dice, no se lo podía permitir. Busca la operación, pero a un menor precio. Tiene el apoyo del psiquiatra Mark Malan, quien explica que «es preferible vivir en silla de ruedas que suicidarse». En 2008 Chloe participó en un estudio sobre la anomalía BIID, dirigido por el psiquiatra Michael First, el cual le recomendó el uso de una silla de ruedas. Ella se toma la medicina al pie de la letra, se coloca los tirantes metálicos en las piernas y vive en la silla de ruedas, donde se siente más cómoda, al menos, mentalmente. 


Su novio de juventud no la comprendió, pero en 2006 la bisexual Chloe conoció a Danielle, la mujer con la que se casó en diciembre de aquel año. Danielle se mosquea porque le toca cargar con todo el trabajo doméstico debido a la supuesta invalidez de Chloe, pero acepta que sufre BIID y la atiende con el debido cuidado. Quienes la tratan de «perezosa» son algunas asociaciones de minusválidos de EEUU.

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