«La costumbre de llevar flores a las tumbas es muy antigua», se suele escuchar en los cementerios cada vez que alguien, con flor en una mano y pañuelo en la otra, pregunta por este ritual tan arraigado. Una pregunta multiplicada hoy en el Día de los Difuntos sin respuesta exacta. Sin embargo, un equipo de investigación, liderado por el Instituto Zinman de Arqueología de la Universidad de Haifa, ha arrojado nueva luz sobre el origen de esta tradición. En la cueva de Raqefet (norte de Israel), los investigadores han descubierto la evidencia histórica más antigua del uso de plantas para fines decorativos fúnebres.
«La práctica moderna de colocar flores en las tumbas y su utilización en funerales empezó hace unos 13.000 años en la cultura Natufiense que vivió en el Monte Carmel», explica el profesor israelí Dani Nadel, que ha liderado esta investigación.
Los arqueólogos detectaron impresiones de decenas de especies vegetales en cuatro tumbas que se crearon en una fina capa de suelo arcilloso en la cueva. Y todo en el Monte Carmel, una zona turística donde, según los expertos, descansan las tumbas más antiguas de la región.
¿Cuál es el simbolismo ritual de las flores en las tumbas? ¿Por qué aún se practica?, preguntamos al profesor Nadel. «El asunto de las flores es apasionante. Vemos cómo prácticas que en la antigüedad eran habituales y comunes en muchas culturas lo siguen siendo en la actualidad. La elección de especies coloridas y aromáticas como la salvia nos indica la importancia del color y el olor», contesta.
Según Nadel, «es una prueba más de que ya hace 13.000 años los antepasados de nuestros antepasados, pertenecientes a la cultura Natufiense, realizaban ceremonias de inhumación muy parecidas a las nuestras de hoy».
El equipo de expertos que firma el trabajo (aún no acabado) publicado recientemente en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), es internacional ya que proceden de la Universidad de Haifa, el Instituto Weizmann y la Universidad Hebrea de Jerusalén (Israel), el Max Planck Institute (Alemania), el Centro Nacional de Investigación Científica de París (Francia) y el Departamento de Antropología de la Universidad de Texas (EEUU). Las pruebas de Carbono-14 en tres esqueletos humanos fecharon el periodo entre 11.700 y 13.700 años de antigüedad.
Los Natufienses son un grupo prehistórico que vivió en toda la zona de Oriente Próximo durante casi cuatro milenios, hace entre 11.500 y 15.500 años, y se cree que fueron pioneros en abandonar la vida nómada. «Fueron los primeros en la región y al parecer en el mundo que construyeron casas con muros basados en piedras. Y los primeros con cementerios grandes. Su sentido del arte estaba muy desarrollado», explica Nadel, reconociendo que fue un motivo destacado para la elección de esta zona de roca tallada.
«El hallazgo es importante por la muestra detallada de un cementerio de 14.000 años. Hallamos unos 30 esqueletos de bebes, niños, jóvenes y adultos en el cementerio Natufiano. La investigación de los esqueletos aún está en proceso, pero estamos convencidos de que nos dará parámetros demográficos, económicos, relaciones familiares, enfermedades, etc.», explica antes de revelar que no sólo con flores se despedían de los muertos: «Los huesos de animales nos indican que durante el entierro se celebraba una comida al lado de la tumba y sus restos eran enterrados con los muertos». Los cementerios compartidos y las ceremonias rituales, incluyendo ofrendas florales, podrían tener como objetivo aumentar la solidaridad y sentimiento colectivo ante otros grupos rivales.
Tras cinco años y con la ayuda de voluntarios estudiantes de la Universidad de Haifa, los arqueólogos hallaron tallos de salvia y flores de la misma familia a la que pertenecen la menta, el orégano y el tomillo, y de las llamadas escrofulariáceas. Con fuertes propiedades aromáticas y medicinales, crecen hoy en los alrededores de la cueva más famosa del Monte Carmel. Un lugar que responde a muchas preguntas tras miles de años de flores y aromas en los cementerios. Hoy más que nunca.
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