Conrad Murray eligió una puerta trasera de la prisión de Los Ángeles en la que estaba confinado para no tener que dar la cara. De acuerdo a la oficina del sheriff del condado de Los Ángeles, salió un minuto después de la medianoche volando bajo el radar, sabedor de que fuera le estaban esperando unos cuantos periodistas y algunos seguidores de Michael Jackson con ganas de insultarle por la muerte del ídolo musical.
Esa carga se la dejó a su abogada Valerie Wass, que finalmente no pudo con las voces que la increpaban y que tachaban de asesino a su cliente. Visiblemente afectada por lo que estaba oyendo, se encaró con una joven afroamericana a la que llamó ignorante por pensar que Murray es un asesino. «No fue juzgado por eso, sino por un homicidio involuntario. Hay mucha gente ignorante que no lo entiende», dijo muy molesta.
Es un karma con el que previsiblemente tendrá que lidiar el galeno de origen caribeño, un hombre libre dos años después de su ingreso en prisión y pese a que su condena por la sobredosis de Propofol que le administró a Jacko en junio de 2009 le obligaba a servir cuatro entre rejas.
Como dijo su abogada, su liberación temprana no se ha debido a su influencia o al hecho de ser un personaje conocido, sino al exceso de población carcelaria que afecta desde hace años a California y que ha obligado a dejar en libertad a muchos reos con un perfil más violento que el suyo.
Por eso, y por muchas otras cosas, Murray dice que sale de prisión aliviado y con la conciencia tranquila. Siempre dijo que él no hizo nada malo y que en realidad fue una víctima de las circunstancias, de la atroz adicción de su cliente a los medicamentos de prescripción facultativa.
Sin embargo, al jurado que se ocupó de su caso no le pareció tan normal que tuviera un anestésico como Propofol lejos de un hospital y acabó por sentenciarle y retirarle la licencia. Es una situación que espera revertir para lograr una recuperación total.
Wass confía en que a su cliente le devuelvan la licencia médica. Otra cuestión muy distinta será –en caso de obtener el permiso de nuevo– que la gente olvide y se ponga en manos de un hombre que entró en pánico al ver que se le escapaba la vida de Jackson entre los dedos. Él, por su parte, cree que no ha perdido credibilidad y que la prueba está en el dictamen del juez en el último proceso por la muerte de Jackson, el que sentó en el banquillo de los acusados a la promotora de conciertos AEG Live. En ese proceso se consideró competente a Murray, aunque también se pusiera en cuestión su escaso sentido ético.
«Voy a comenzar mi vida de nuevo y, si Dios quiere, seré un modelo para demostrarle a la gente que pese a la adversidad, la gente buena puede», dijo Murray en su última entrevista con un canal de televisión antes de abandonar la cárcel.
Su salida de prisión deja abiertas varias cuestiones, empezando por la cantidad de dinero que podría cobrar por su primera entrevista como hombre libre, si se quedará o no en California, y si tiene intención de visitar la tumba del que fue su amigo Michael Jackson, entre otras cosas.
También es previsible que tenga que soportar las descalificaciones de la familia del cantante y que su presencia en la calle reabra algunas heridas, con el genio siempre en el recuerdo.
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