03 octubre 2013

Conchita Wurst


Desde Hatsepsut, la enigmática faraona del Antiguo Egipto que, por exigencias del guión, se hacía retratar con barba postiza esculpida en mármol o granito, no había nacido otra mujer barbuda tan guerrera como Conchita Wurst. Aunque, en realidad, la primera fue una mujer obligada a comportarse como un hombre, y en el caso de Conchita Salchicha –eso significa Wurst en alemán–, nos encontramos ante un hombre que, sin querer dejar de serlo, explota su lado femenino en el escenario. Eso sí, convencido de que una mujer no tiene por qué ser lampiña. 

En su Austria natal, Conchita era un travesti bastante popular desde hace años. Pero su fama no sabe de fronteras desde que ha sido elegido/a para representar a su país en la próxima edición del Festival de Eurovisión, que se celebra el próximo mayo en Dinamarca. La televisión pública austriaca anunció hace días su candidatura. Y desde entonces Conchita ha aparecido en medios de comunicación de medio mundo y se han disparado las visitas a sus vídeos en internet. 


Así pues, a falta de saberse con qué canción se presentará en el Eurofestival y en qué posición quedará, la controvertida artista ya ha logrado dar la campanada publicitaria. 
Thomas Neuwirth –su verdadero nombre– nació en la localidad de Gmunden en 1988. Abrazó la mayoría de edad saltando al artisteo, ya que en 2006 participó en el programa de televisión Starmania, una especie de Operación Triunfo austriaca. Y aunque no canta para tirar cohetes, entona y no le falta estilo, lo que le valió un meritorio segundo puesto. 

El éxito televisivo le llevó a crear un año después, en 2007, una boy- band, Jetzt anders!, que apenas se mantuvo en candelero ocho meses por falta de seguidores. Y como mantener semejante cuerpazo y una barba siempre milimétricamente recortada exigen algo más que vivir del aire, Tom, o su alter ego, Conchita, se tuvo que emplear como escaparatista en una tienda de H&M. 


Pero Wurst sabe que quien resiste, gana, y en 2011 volvió a intentarlo en televisión, participando en el concurso de la ORF para elegir a su representante eurovisivo de ese año. Quedó semifinalista. 
Han bastado dos años para que el artista se desclave la espinita, ya que esta vez ha sido elegido para participar en el Eurofestival a dedazo, o sea, por parte de los responsables de la televisión pública austriaca, sin concurso de por medio. Y su designación ya ha provocado un terremoto de reacciones, a favor y en contra. Sus detractores, que también los tiene, recogen firmas en una página web, tratando de evitar que una mujer barbuda sea el rostro de Austria en el certamen musical más famoso de Europa. 



A Conchita las únicas críticas que le duelen son las que tienen un trasfondo claramente homófobo. Por lo demás, presume: «No es suficiente con tener barba. No me habrían elegido sin un poco de talento detrás». 
De aquí a mayo, Conchita sólo debe preocuparse por escoger la mejor canción y por cargar bien la maquina de afeitar.

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