27 agosto 2013

Miley Cyrus dio la nota en los MTV Awards


De los grandes premios de la música ya sólo suelen quedar los desplantes pseudoeróticos y estrambóticos que atraen al personal hacia sus televisores un domingo por la tarde. En un país como Estados Unidos, donde media teta tiene una repercusión infinitamente más poderosa que un bombardeo con armas químicas en las cercanías de Damasco, lo que hizo Miley Cyrus sobre el escenario del Barclays Center de Brooklyn no tiene precio. 


La cantante asociada durante años a su periodo cándido como estrella del imperio Disney, sacó la lengua cuantas veces pudo sobre el escenario de los MTV Video Music Awards, con el gesto de chica mala que ha perpetuado en las redes sociales y en sus últimos conciertos, ligera de ropa y pasándose un dedo gigante de goma espuma por sus partes íntimas. 


Empezó interpretando uno de sus últimos trabajos, We Can’t Stop, rodeada de gigantes ositos de peluche y ataviada con un body con motivo infantiloide, como si aún no quisiera desprenderse de su etapa metida en la piel de Hannah Montana. Pero un par de minutos más tarde dejó claro que lo tiene más que superado y que su nuevo rol dista mucho de aquellos años de aura angelical. 


Ya con Robin Thicke en pista, la joven de 20 años aprovechó la longitud del dedo falso que se calzó en la mano derecha para pasárselo por la entrepierna a su compañero, oculto bajo unas gafas de sol mientras sonaba el pegajoso éxito del momento, Blurred Lines. Cyrus, ya vestida a la altura del numerito con lo que parecía ropa interior color carne y unas zapatillas de deporte blancas, le dedicó al cantante californiano un baile privado de stripper profesional, sin miramientos y gustándose, como en sus grandes tardes. 


No tuvo, ni mucho menos, el efecto esperado para la chica de Nashville, Tennesse, entendiéndose imbuida, quizá, de un cierto halo imperial y efervescente acorde con las nuevas generaciones que buscan sexo desinhibido y explícito. Craso error, porque casi nadie lo concibió de esa manera. Más que deslumbrar, causó estupor y vergüenza ajena, de acuerdo a no pocos medios de comunicación y comentaristas de radio que se cebaron con el asunto desde primera hora de la mañana del lunes. 


Tildaron el asunto de grotesco e inapropiado, una conclusión a la que llegaron incluso algunos de los miembros del colectivo musical al que pertenece la joven Cyrus. En Twitter circularon como pan caliente las caras estupefactas de Will Smith y sus dos hijos, uno con el ceño fruncido (Jaden) y la otra con la boca abierta (Willow) mientras la ex Montana se dedicaba a hacer gestos obscenos en el escenario. 


Otras estrellas, aparentemente, no supieron muy bien cómo reaccionar, nombres como la caribeña Rihanna o el rapero Drake. Incluso la madre de Thicke condenó el desplante erótico-sexual de la joven de 20 años, equivocado a todas luces de cara a su futura carrera musical. «No entiendo lo que Miley Cyrus está tratando de hacer», dijo en declaraciones tras el espectáculo. «Creo que es un intento descabellado y creo que no es beneficioso para ella». 


Hubo espacio también para los chistes jocosos en las redes sociales, con Twitter inundado toda la tarde del domingo al respecto. Algunos celebraron el hecho de que dejaran de sacudir al bueno de Ben Affleck por haber aceptado meterse en la piel de Batman, para dejar paso a la descolorida figura de Cyrus, el verdadero hazmerreír del portal. «Gracias Miley Cyrus... Ahora le tengo que explicar a mi hija de 11 años por qué no puede seguir estando pendiente de tu carrera». 

La única que abiertamente salió a defenderla fue, precisamente, otra de las jóvenes en plena fase de cambio, Selena Gómez, que dijo de su amiga y compañera de aventuras en Disney había estado estupenda junto a Thicke. 
No deja de ser, sin embargo, la punta del iceberg en el cambio que Cyrus no ha tenido problema en exponer de forma constante en los últimos meses. Basta con echar un vistazo a su cuenta de Twitter y las fotos con su nuevo look, casi siempre con la lengua fuera en una especie de gesto de maldad y erotismo, acompañado de ropa siempre ligera, el pelo corto. 

Se filtraron asimismo fotos de una de sus fiestas de cumpleaños, pretendiendo lamer lo que era un pastel con unos genitales masculinos, además de posar desnuda hace unas semanas para una campaña contra el cáncer del piel, creando conciencia. Nada de malo tendría, en realidad, si no fuera por lo reciente de su rol como estrella adolescente, en un cambio de look que no solo está haciendo mella en lo que dice de ella la opinión pública estadounidense sino que podría pasarle factura a largo plazo en tirón de ventas. Solo el tiempo dictaminará si la estrategia, o la actitud de rebelde con causa, es la adecuada. 

Del resto de la gala, hay que quedarse con Justin Timberlake, al menos en cuestiones meramente informativas y de méritos. El de Memphis fue el gran triunfador de la noche, celebrada esta vez en el renovado corazón de Brooklyn. Suyo fue el premio al mejor vídeo del año por Mirrors, además del galardón especial que lleva el nombre de una las grandes estrellas de la música de todos los tiempos, Michael Jackson. Dio de que hablar también por su montaje de cuarto de hora sobre el escenario, repasando sus varios años de trayectoria musical y confirmando lo que para algunos ya era un secreto a voces: su reencuentro con la que fue su banda de muchachos con la que echó a andar, N’Sync. 


Tras nueve minutos de interpretar temas de sus trabajos en solitario en los últimos años, el resto de los miembros de su antiguo grupo se unieron a la gran estrella de la formación para poner al público en pie, en una noche redonda para el protagonista de La red social. El tema elegido para recordar viejos tiempos fue Bye, Bye, Bye, una única canción que dejó con ganas de más. 

Tampoco dejó indiferente la reaparición de Lady Gaga en su ámbito natural tras meses de ausencia por su complicada operación de cadera. La neoyorquina confirmó que se encuentra en perfecto estado y que su espíritu provocador no ha quedado enterrado bajo las vicisitudes médicas. Saltó al escenario de inicio, abriendo la ceremonia con el último tema que ha lanzado al mercado y con el que esperaba arrasar como con Born This Way, aunque sus seguidores le hayan dado un tanto la espalda en su nueva empresa. Applause, que el lunes estrenó vídeo musical, vio la luz en Brooklyn con una puesta en escena a la altura de las circunstancias, con su protagonista cambiándose cuatro veces. 


Arrancó con un traje blanco evocando el aspecto angelical de una monja y la cabeza dentro de un cuadrado del mismo color, para terminar cubierta tan solo por un bikini de conchas, en esa tendencia tan suya de mostrarle sus carnes al personal. 

Gaga fue testigo después del despliegue de la que dicen se ha convertido en su rival directa, una Katy Perry con su energía habitual que se presentó con Roar, el trabajo que acaba de estrenar. 
También resultó premiada Taylor Swift, ganadora del mejor vídeo de intérprete femenina con I Knew You Were in Trouble, compartiendo gloria con Selena Gómez, que se llevó el galardón al mejor vídeo pop por Come And Get It.

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