Paul Walker ha ampliado la cartera de muertes trágicas en Hollywood. El actor de 40 años se sumó el sábado por la tarde a la lista arrastrado por un accidente de coche cuando viajaba de copiloto en Valencia, una localidad situada unos 50 kilómetros al norte de Los Ángeles.
Murió en lo suyo, dentro de un deportivo que se cree circulaba a gran velocidad al atardecer, como en una de esas muchas carreras clandestinas que protagonizó en la saga que le puso en el mapa, la que le convirtió en ídolo de masas juveniles.
Walker estaba rodando la séptima parte de A todo gas junto a los sospechosos habituales, Vin Diesel y Dwyane Johnson, los hombres maduros y curtidos en la industria que lograron convertir un producto no apto para la crítica más exigente, en una perfecta comunión con la adolescencia media y con los muchos adultos ávidos de coches de carreras, velocidad y chicas guapas adictas a la adrenalina.
La primera se estrenó hace más de 12 años, en 2001, bajo el título original de The Fast and The Furious, y desde entonces, película a película, la saga ha llegado a recaudar 2.400 millones de dólares en el mundo.
Una cifra que convierte a la serie de seis películas estrenadas y una más en producción en la franquicia más importante en la historia de los estudios Universal. Para hacerse una idea, muy por encima de lo recaudado por los chicos del resacón en Las Vegas, de Todd Philipps, por ejemplo.
Sólo era un niño cuando protagonizó su primer anuncio publicitario y, pese a que su nombre aparece en películas como Banderas de nuestros padres (2006) o Pleasentville (1998), su figura estará siempre asociada al calor de su cuerpo. Inmersión letal (2005) y la saga de coches tuneados marcaron su futuro y su carrera.
Walker se dejó la vida en un Porsche GT a las 3.30 de la tarde, sin que se hayan determinado exactamente las causas del accidente. El coche y sus ocupantes quedaron completamente carbonizados.
Se especula con que la velocidad haya sido el motivo principal, aunque la zona en la que circulaba era de 70 kilómetros por hora como velocidad máxima permitida. También se cree que la causa del fuego pudo haber sido un poste de la luz cercano tras impactar contra un árbol, lo que aceleró la muerte de los dos ocupantes.
De nada sirvieron los esfuerzos de los que trataron de acercarse mientras el vehículo en el que viajaba Walker ardía.
Tanto el actor como su amigo del alma Paul Rodas, un piloto de carreras, fallecieron poco después, sin posibilidades de que los sacaran del coche con vida o de ser llevados a un hospital. "Todo estaba envuelto en llamas", recordaba Antonio Holmes, un testigo presencial a un diario local. "No pudimos hacer nada. Estaban atrapados".
Según el recuento oficial de los hechos, ambos volvían de una fiesta dedicada a recaudar fondos para las víctimas del tifón Haiyan en Filipinas, como parte de las iniciativas que capitaneaba el actor a través de su fundación, Reach Out Worldwide.
Tanto si el alcohol tuvo parte en su muerte como si fue la velocidad, a nadie se le escapa que las circunstancias de la tragedia elevarán a Walker a los altares de lo legendario, un hombre que si hubiera podido elegir una muerte temprana y oportuna, quizá se hubiera decantado por ésta.
Sin ser un actor de galones ni cercano a los grandes premios de la temporada, sí era un ídolo de la juventud, enmarcado en una franquicia que aún no había tocado fondo mientras rodaba su séptima entrega a las órdenes del director James Wan, es decir, el mismo de Saw, Insidious 2 o Expediente Warren. De otro modo, el cineasta que mejor conoce los gustos de la muchachada. La mezcla de los dos se antojaba la mejor y más rentable combinación en todo Hollywood.
Aunque no ha habido tiempo para digerir el golpe, como es lógico por lo reciente del asunto, es previsible que los estudios Universal se pongan manos a la obra para buscarle un sustituto a Walker o darle el pertinente giro al guión para que su desaparición no suponga un inconveniente.
Cualquier cosa excepto parar el rodaje o suspender la producción de un producto con un público establecido y unas ventas más que previsibles en taquilla.
Sólo la anterior, Fast & Furious 6, también con Vin Diesel, Walker y Dwyane Johnson como protagonistas, logró recaudar 788 millones de dólares en todo el mundo, con un presupuesto de 150 millones.
De momento, lo único que ha surgido son lamentos y comunicados para transmitir la lógica consternación por lo ocurrido. Y a las declaraciones de pesar se han sumado absolutamente todos.
"Paul fue uno de los miembros más queridos y respetados de nuestro estudio en los últimos 14 años, por lo que esta pérdida es devastadora para nosotros, para todos los involucrados con la franquicia y para todos sus incontables seguidores", fue la nota oficial de la productora.
Es un sentimiento al que se ha unido lógicamente James Wan con "el corazón roto", según lo que escribió en su cuenta de Facebook. Pero no solo Wan, sino un pléyade de nombres ilustres en Hollywood, que desayunaron con la trágica noticia y que recurrieron a las redes sociales para lamentar el triste final de Walker.
El más seguido fue su compañero de reparto, el musculoso Johnson, que envío su "fuerza, amor y fe a la familia Walker durante este periodo tan descorazonador. Te quiero hermano". Diesel, por su parte, aseguró haberse quedado sin habla tras conocer la noticia. "El cielo ha ganado un ángel", alcanzó a decir.
Así una larga lista de compañeros de profesión como Jessica Alba, Gal Gadot o James Franco, una conmoción a la que se sumó incluso el español Pau Gasol. Walker, por su parte, también tuvo algo que decir antes de su trágico final.
"Vayamos a dar una vuelta", fue la última frase que pronunció en la fiesta según el Daily Mail antes de subirse al coche.
No hay comentarios:
Publicar un comentario