Paloma San Basilio ha decidido retirarse y, llegado el momento, cuando acabe con la gira que la tiene ocupada, no volverá a subirse más a un escenario. Es una decisión, asegura, que se viene cociendo desde hace tiempo y que no llegó de un día para otro. «Llevo 40 años dedicada a este trabajo», cuenta, «y siempre he tenido la sensación de que me estaba absorbiendo tiempo y energía, quizá demasiado. Recuerdo que hace años me decía: ‘Llego hasta el año 2000 y lo dejo’. Y mira, aquí estoy, más de 10 años después».
Pero de 2014 no pasa. La gira de despedida, que comenzó a mediados de año en América, Hasta siempre, y que desde hace unas semanas va recorriendo España ciudad por ciudad, ya tiene un calendario prácticamente cerrado. «Íbamos a acabar a principios del año que viene, pero se prolongará hasta octubre porque han ido entrando nuevos teatros que han pedido su concierto de despedida».
Eso sí, una vez dicho adiós, la gira ya no vuelve a pasar por el mismo sitio. «No sería nada serio. Si voy a una ciudad a decir adiós, me despido y agradezco todo lo que me ha dado el público, pero ya no puedo repetir. No tiene sentido decir adiós dos veces». El pasado viernes fue el turno de Valencia –con las entradas agotadas tres meses antes–; este sábado, Castellón; el domingo 29 es la despedida de Barcelona, en el Palau de la Música; y el primer concierto de 2014 será en Madrid el día de Reyes, en el Teatro Real.
«Éstas son decisiones que cuesta tomar, pero que poco a poco te las pide el cuerpo. La de artista es una forma de vida preciosa, pero necesito hacer cosas distintas». Para Paloma se trata de una cuestión de coherencia. «Sé que no es el mejor momento para cambiar, que tenemos la crisis encima, que las cosas no van bien, pero siento que tiene que ser ahora. Tengo 63 años y tiempo por delante para disfrutar, viajar...».
La gira de despedida es un resumen de su extensa carrera. «Son unas dos horas de concierto, quizá un poco más largo. Hablo mucho con el público, explico muchas anécdotas de mi carrera y de mi vida, y recorro todos los aspectos de mi música».
Junto a grandes hitos de sus 40 años de trayectoria como La fiesta terminó o Quiéreme siempre, Paloma San Basilio no se olvida de sus incursiones en el musical. El recorrido es tan exhaustivo que no falta ni siquiera un tema de Amolap, su último disco (y ya disco final), su atípica incursión en la música dance.
«A Amolap le tengo mucho cariño», confiesa. «Cuando me sentí preparada para el registro dance me decidí a dar el salto. Era algo que quería hacer. Muchos fans no entendieron este giro a las discotecas, pero yo sentía que como artista debía correr el riesgo y ponerme a prueba con esos sonidos. Personalmente, la experiencia de Amolap me ha enriquecido».
En adelante, el enriquecimiento personal pasará por la pintura, un hobby de muchos años que ha evolucionado en ocupación obsesiva para Paloma, y sobre todo la familia. «Me perdí la infancia de mis hijos por dedicar tanto tiempo a la música. Parte del desgaste se debe a eso. No quiero perderme ahora la infancia de mis nietos, y por eso pienso pasar mucho tiempo en Los Ángeles con ellos».
A pocos meses de abandonar los escenarios, Paloma se muestra agradecida por estos años. Promete que no se irá hasta que no se haya despedido de todas las personas que la han seguido, consciente de que su figura es plenamente transversal. «Hay quien me conoce por la canción ligera, por el musical o por cualquier otra faceta de mi carrera.
Cada disco era distinto, y con cada uno de ellos ganaba público nuevo. Siento que me han respetado mucho, y eso en estos tiempos es un privilegio. Pero es el momento de dejarlo. Tampoco es fácil seguir. Quiero grabar este directo de despedida, pero no interesa ni a los sellos ni a las teles. Todo ha cambiado».
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