03 agosto 2012

Mick Jagger y algunos de sus romances.



Mick Jagger desplegó un apetito voraz en sus años de máximo esplendor. Jamás mostró tapujos ni complejos y siempre estuvo abierto a experimentar. Fue, según una nueva biografía que acaba de ver la luz, un bisexual confeso, amante de talentos como el de David Bowie, con quien estaba obsesionado y compartía cama siempre que tenía ocasión, y experiencia madura para una jovencísima Angelina Jolie cuando la hija de Jon Voight daba sus primeros pasos en el mundo del espectáculo. 
Christopher Andersen, conocido autor de biografías escandalosas como las de Madonna, Lady Diana y Michael Jackson, sostiene en Mick: The Wild Life and Mad Genious of Jagger que el cantante protagonizó un intenso romance con la hoy mujer de Brad Pitt y madre de una camada de hijos adoptados -cuatro en total-, más dos naturales. 

Ambos coincidieron en el rodaje de un vídeo de los Rolling Stones, Anybody Seen my Baby en los 90 y Jagger se volvió a dejar llevar por sus instintos. Cuenta Andersen en su recopilación de datos sobre el cantante de 69 años, que la «morena de labios agresivos» le llamó la atención de inmediato al intérprete de Satisfaction y comenzó la campaña de acoso y derribo.




Jolie, que interpretaba a una sensual stripper neoyorquina en el vídeo, de pelo corto y su característica mirada intimidante, se dejó seducir por el personaje y aceptó pasar con el cantante un fin de semana en Florida, pese a que ambos estaban casados en ese momento. La protagonista de Tomb Raider no sólo tenía el compromiso matrimonial con Jonny Lee Miller sino que estaba teniendo un affaire con el también actor Timothy Hutton, pero aún así decidió complicarse la vida todavía más. 


Jagger, por su parte, especialista en las complicadas lides de los líos extramaritales, había conseguido retener a su segunda mujer, Jerry Hall, cuando ésta ya estaba a punto de pedir el divorcio tras descubrir la infidelidad de éste con la actriz Uma Thurman y después con la modelo checa Jana Rajlich. 
Subsanó el error con toneladas de flores y regalos convincentes, además de un cuarto embarazo en 1997 para reconducir la situación mientras se ocupaba de Jolie. «Me asusta un poco, pero eso me gusta», dijo Jagger de su nueva musa, a la que embaucó para pasar con él el fin de semana en Florida pese a la reticencia de la actriz de inicio. 

Mick y Jerry

De acuerdo a Andersen, Angelina salió defraudada de la experiencia, pero dejó al cantante con ganas de más. Fue entonces cuando comenzaron los mensajes y las llamadas constantes a la actriz californiana, descritos por una amiga cercana como «difíciles de creer» por la intensidad y estar «virtualmente sollozando» por volver a verla. 
Su persistencia dio resultado porque Jolie aceptó volver a verlo y de esa forma mantuvieron un romance de dos años, siempre interrumpido por los compromisos profesionales y familiares de ambos. En una de esas, Jagger trató de tener a la actriz junto a él durante una gira de los Rolling Stones por Brasil, pero no lo consiguió, por lo que se tuvo que consolar con una modelo brasileña, Luciana Morad, esta sí dispuesta a atravesar medio mundo a cuenta del músico. 

Mick y Luciana

Jolie fue un trofeo más en la colección de obsesiones de Jagger, aficionado a conquistar a las mujeres del prójimo. A su amigo Eric Clapton trató de hacerle la jugada tres veces, aunque no siempre con éxito. No funcionó con su mujer Patti Boyd pero sí con la francesa extraordinaria con la que estaba saliendo después Clapton, Carla Bruni, futura esposa del presidente francés Nicolas Sarkozy. 
«Por favor Mick», le imploró Clapton. «No con ésta. Creo que estoy enamorado», una súplica que no dio resultado porque Bruni se dejó llevar por la grandeza de Jagger. «Mi obsesión con Mick y Carla me duró el resto del año. Fue difícil de digerir el compartir escenario con los Stones sabiendo que ella estaba merodeando por detrás».



Lo que no pudo frenar Jagger fueron los rumores, que le llegaron a su mujer, una Hall que no podía imaginar lo que se le venía encima después de haber arrastrado a su marido hasta el altar en una ceremonia con los rigores del hinduismo en la paradisíaca isla de Bali. 
La anécdota de aquella ceremonia la firmó el propio Jagger al tratar de asaltar a la mujer de un amigo después de pasar por el altar. «Mick trató de hacer el amor conmigo en su noche de bodas», confirmó una mujer cuya identidad nunca se dio a conocer. 


Bruni, que pasó por las manos de otros trofeos de consideración como Donald Trump y un príncipe yugoslavo, ahondó en la herida de Jerry Hall declarando el amor para siempre a Jagger en un mensaje secreto: «Seré tu amante toda la vida». 

Antes de Bruni su obsesión se llamó David Bowie, a quien su mujer descubrió con Jagger en la cama. «Era la época de la glicerina y todo el mundo quería ser parte de la revolución bisexual», explica el cantante Chuckie Starr en el libro de Andersen. 
Jagger quería estar en la onda y Bowie era lo más caliente del momento, en plenos años 70. Juntos se dejaron ver en gran cantidad de eventos, pero no en algunos privados como cuando asistían a películas porno. 

Mick y David

Una actividad que levantaba sospechas de la mujer de Bowie, Angie, y que confirmó semanas después al regresar de un viaje. Al llegar a su casa de Oakley Street en Londres, su asistenta le advirtió de que había alguien en su cama, y cuando subió al dormitorio se encontró con Jagger y Bowie durmiendo desnudos. 
Se lo tomó con calma, ofreció café y salió de la habitación. Aunque no los pilló en plena acción, nunca tuvo duda de lo que había pasado. «En ese momento estuvo completamente segura de que habían estado follando», dijo la propia implicada años después. «Era demasiado obvio». 


Lo curioso es que la propia Angie Bowie se quedó con las ganas. Hubiera querido que en vez de David hubiera sido ella en ese dormitorio, desesperada por llamar la atención del vocalista de los Rolling Stones. «Siempre he pensado que Mick debe ser un hombre salvaje en la cama. Es un tipo muy sexy», confesó sincera. 

Angie Bowie

Angie Bowie tuvo su oportunidad, como otras muchas, aunque no pudo aprovecharla. Al parecer, cada vez que éste hacía un movimiento se ponía a temblar de forma inexplicable y no pudo concretar la aventura. Un mito y máquina sexual a las que pocas, y pocos, se le han resistido. 

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